No llorar, o la memoria de la Guerra Civil española

Lydie Salvayre -escritora francesa, de apellido de nacimiento Arjona- se tomó su tiempo para escribir el libro que la consagraría. Hija de españoles, estudió Letras, Medicina y Psiquiatría; trabajó en clínicas de Marsella y la periferia de París, publicó una docena de novelas.

Llevaba todo ese camino recorrido el día en que se sentó frente a su madre nonagenaria y le pidió que, por favor, volviera a contarle todo. Una vez más.

Y la madre lo hizo. No sin antes lanzar una sentencia bella, terrible, devastadora. Había habido un solo verano -un solo verano perdido en el tiempo, hacía más de siete décadas- en el que sintió que merecía la pena vivir. Lo que siguió fue apenas una larga sucesión de días grises; toda una existencia opacada por el brillo de tres vertiginosos, lacerantes, abrumadores meses.

Esa certeza y ese verano fueron los detonantes de Pas pleurer (No llorar), novela que, en 2014, obtuvo el prestigioso Premio Goncourt.

La madre de Salvayre tenía 15 años y vivía en plena Cataluña rural cuando, en julio del 36 -verano boreal- estalló la Guerra Civil española. Con esa edad y todo el candor a cuestas, se animó a dejar el pueblo natal, viajar a Barcelona y conocer, entre los libertarios que por esos días habían tomado la ciudad, el sabor de una intensidad quemante; la única y arrasadora fiesta que acontecería en su vida.

La escritora podría haber armado un relato lineal -uno más- con las peripecias de su familia en pleno comienzo de la guerra. Pero no. Pas pleurer es una novela extraña: por momentos, un ensayo encubierto; de comienzo a fin, un laborioso entramado de voces, casi un tapiz de palabras. Los recuerdos de la madre se entrelazan con el discurso de la escritora (una mirada por momentos irónica, a veces risueña; otras, tajante; siempre impregnada de ternura), sus reflexiones sobre los hechos acontecidos tanto tiempo atrás o incluso sobre el mismo acto de escribir. Y en esa urdimbre hecha de encuentros y distancias generacionales, Salvayre enhebra otro hilo: el de la lectura de Los grandes cementerios bajo la luna, el libro en que el escritor católico Georges Bernanos denunció las atrocidades cometidas por el franquismo en aquel mismo verano inolvidable.

Un raro hallazgo, el de Pas pleurer: su estructura es compleja; su lectura, sencilla como quien se deja llevar por un curso de agua. Algunos párrafos comienzan con la voz de la madre y terminan con la de la escritora, pero nada rechina ni se traba en ese delicado tránsito...

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