No más listitas de deseos

Año nuevo, vida nueva. Dicen. Pero en las viñetas humorísticas o en la charla familiar nos mofamos de las solemnes resoluciones que postergamos para el año siguiente. Que ya está aquí, y tampoco esta vez vamos a empezar la dieta ni el curso de pintura. La razón, se me ocurre, es simple. Si necesitamos algo tan monumental como un año para empezar algo es porque no tenemos ni un poquito de ganas. Quizá suene políticamente incorrecto, pero creo que en lugar de hacer la lista de lo que debemos hacer, tenemos que hacer otra, la opuesta, la de las cosas que nos gusta hacer. Aunque vivamos haciéndolas. Por ejemplo, me la paso escribiendo, oyendo música, cocinando, leyendo, y de caminar, paso, gracias, por mucho que me lo recomiende mi médico (y tiene razón).Pero claro. Nos da culpa. Así que tomamos un atajo significativo. Las obligaciones nos las enunciamos a diario ante el espejo, y cada fin de año dejamos asentada una lista de deseos. Pero ¿de qué sirve esa hojita llena de anhelos adosada a la puerta de la heladera? ¿Realmente un sortilegio nos proporcionará la dicha de alcanzar lo que soñamos?Podemos debatirlo hasta mañana, pero la hojita casi siempre nos defrauda, cuando, como si fuéramos a rendir un examen, la cotejamos, un año después. Porque confundimos deseos con deudas. ¿Y saben qué? Pese a los contratiempos y duelos, a pesar de que ambos trajeron pérdidas y amarguras abismales, el año que acaba de irse y el anterior fueron buenos para mí. Porque hice las cosas que tenía ganas de hacer. Escribí mucho, cociné para mis seres queridos, cuidé mi huerta y escuché música sin parar. Dentro de lo posible, estuve en los lugares donde quería estar y con las personas que me hacen bien. Sin listas pegadas a la heladera. Las abandoné.¿Acaso somos más felices sin sueños, sin el deseo, que es el motor último de la vida? Por supuesto que no. Pero creo que metemos la pata cuando, en tal atajo, confinamos los sueños a un papelito, un sobre lacrado, un catálogo. Eso los rebaja a la condición de inventario, a una serie perentoria...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR