'No me dejaban tener amigos', superó su programación limitante, abandonó un trabajo seguro y su vida dio un giro inesperado

Patricia dejó un empleo estable para encontrarse a sí misma.

Trelew, Pico Truncado y Comodoro Rivadavia. Su infancia fue errante, en diferentes ciudades del sur del país y marcada por las prohibiciones y la violencia. "Mi padre era alcohólico y muy violento. No podíamos tener amigos, no estaba permitido. Esto motivó en mi interior una profunda necesidad de entendimiento. ¿Qué podía generar que un ser humano actuara de esa forma?", se preguntó desde sus primeros años de vida Patricia Ageste.

Pero su padre, un hombre melancólico y ausente, fue quien le abrió los ojos para que ella explorara ciertas particularidades de la gente de la que se rodeaba y buscara respuestas a los interrogantes que se le planteaban. "Recuerdo que con tan solo doce años, cuando viajaba en colectivo hacia la escuela tenía la oportunidad de observar a las personas que subían. Miraba sus ojos, estudiaba su mirada, me detenía en su postura y hasta reparaba en el detalle de sus zapatos. Todo me decía algo de ellos mismos. Mi infancia estuvo marcada por una necesidad de saber, de entender".

Deseo de superación

Patricia con una de sus hijas.

Cursó sus estudios secundarios con deseos de superación. Hizo teatro durante seis años para superar una enorme timidez que, en realidad (eso lo supo a la distancia) tenía que ver con la prohibición que su padre le había impuesto sobre no tener amigos. Pero decidió superar la programación limitante y eligió avanzar. El camino no iba a ser sencillo.

A los 15 años se enamoró de un chico precioso, generoso. "Pero la realidad es que yo no sabía cómo amar y temía perderlo". Se distanciaron por un tiempo, pero él nunca regresó y años más tarde Patricia supo que había fallecido. Con esa pérdida, sintió que su vida era un gran vacío y sin sentido.

Quiso continuar como pudo. Lo hizo en piloto automático. Necesitaba rearmarse, como con las herramientas que tenía a mano. Conoció a un hombre con quien se casó y tuvo dos hijas. Compartieron casi diez años de sus vidas. Pero la realidad era que Patricia nunca había conseguido estar presente en esa relación de pareja. Estudió mientras vivieron juntos. Se recibió de Martillera Público, de Auditora en sistemas de gestión, asistente en seguridad e higiene. El estudio parecía ayudarla a crear una personalidad que le abría un camino para mejorar.

Amistades verdaderas

Patada a la estabilidad

Consiguió empleo en una empresa de servicios petroleros. Ya estaba separada para ese entonces. Tenía una vida laboral...

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