De no creer: vacunatorios vip, negocios vip, cumpleaños vip

Fabiola Yañez y Alberto Fernandez con Dylan

Olivos, Martínez, San Isidro, todo el conurbano norte fue siempre zona bolichera, con discos súper cool y fama de no dormir. Eso era así en los años 70 y 80, y lo sigue siendo ahora. Pero nadie sabía que el boliche más divertido estaba en la residencia presidencial.

Esto, claro, desde que se instalaron allí Alberto y Fabiola. Con Alfonsín, la quinta era un atribulado comité radical; Menem le puso el glamour de una cancha de golf, de la pizza con champagne y de bellas mujeres; Néstor la transformó en un cajero automático y Cristina la dejó en un estado lamentable, lo cual está documentado en fotos que nunca vieron la luz; a Macri le gustaba organizar partidos de fútbol y recibir a jueces. El antecedente más cercano al perfil fiestero que tiene hoy el amplio solar son las pijamadas que organizaba Máximo en la casa en la que se había instalado, alejada del chalet principal y protegida por un tupido monte; cuentan que sus padres tenían la entrada prohibida: prohibida por ellos, que no querían enterarse de lo que pasaba en aquellas madrugadas bien servidas que no terminaban nunca.

El profesor y Fabiola, la festiva primera dama, vinieron a retomar el perfil lúdico y social de la residencia de los presidentes. Está bueno eso; que a fatigosas jornadas de trabajo les sigan distendidas noches con amigos. El problema fue la pérfida cuarentena. El 14 de julio del año pasado, en plena fase 1, Fabiolita cumplía 39 añitos y decidió soplar las velas rodeada de sus afectos. El tema se discutió mucho en el seno de la pareja. Alberto le leyó 20 veces el decreto que imponía severas restricciones de circulación y reunión. "Fabi, lo firmé yo. Fabi, los pibes no van a la escuela, la gente no puede despedir a sus muertos y al remero olímpico le mandamos dos helicópteros. Dije que los que no cumplen son unos idiotas y prometí caerles con todo el peso de la ley. Fabi, lo que querés hacer es un delito con penas que van de 6 meses a dos años de cárcel. Fabi, Fabita, a los que delinquen se los llama delincuentes". Le recordó que él era, precisamente, profesor de Teoría del Delito. Pero ella, caprichosa, no dio el brazo a torcer. Alberto dudaba. ¿Debía impedir el festejo con la ayuda de fuerzas federales? ¿Estaba obligado a denunciar a su mujer? Resignado, pensó en poner, en el salón del ágape, una gran piñata de la que no cayeran caramelos, sino barbijos.

Fabiola prometió que en Navidad sus invitados no sacarán fotos

La otra...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR