Ya no son lo que eran: en América latina asoma la época de los gobiernos debilitados

Caídas récord en , escándalos de corrupción y , protestas masivas, peleas internas, fuga de aliados... la tormenta perfecta se desató sobre los gobiernos que dominaban a voluntad la escena latinoamericana. Los oficialismos tallados en roca entraron, muy a su pesar, en la era de la fragilidad, una dimensión desconocida para sus líderes.

A partir de la desaceleración económica que afectó a toda la región, de Brasil a Chile, y de Venezuela a Perú, gobiernos populistas y otros más ortodoxos comparten el tobogán de deterioro de gestión y malestar ciudadano, la cuesta abajo de una crisis de gobernabilidad en la que la parálisis desespera a la gente, provoca tensiones y revela un conflictivo escenario político.

El presidente de la consultora brasileña Data Popular, Renato Meirelles, contó en una entrevista con el diario El País que, ante la pregunta sobre cómo veían el futuro, los más pobres solían decir cosas como ver a sus hijos graduarse, tener su negocio, viajar o tener casa propia. Hoy, según el analista, sólo hay silencio. "Y después de un largo tiempo, contestan: la incertidumbre, la oscuridad".

A muchos les llegó la noche. Lejos quedaron los días de gloria del chavismo, que dominó las urnas, las calles y los medios, y que exportaba su modelo al resto del continente. Lejos quedaron los días soleados del PT de Lula y los primeros años de Dilma, entonces determinados a convertir a Brasil en una potencia internacional. Atrás quedó el regreso triunfal de Michelle Bachelet, que, en 2014, retomó el poder como líder indiscutible del país estrella de la economía.

Todo eso parece un espejismo. La aprobación del mexicano Enrique Peña Nieto es del 34% en un país donde el promedio ronda el 50%. Y se puede considerar afortunado. Bachelet tiene el 25%; Nicolás Maduro, el 24%; Ollanta Humala, el 17%, y Dilma un bajísimo 8%. Rafael Correa y Evo Morales están de momento a salvo del repudio popular, pero no de las protestas.

Al menguar los ingresos por la caída de los precios de las materias primas, las estructuras de gobierno que parecían sólidas se descascararon y dejaron a la vista las carencias económicas, políticas y sociales de modelos que a los gobiernos les sentaban cómodos. No había plan B. De ahí el fuerte rechazo a líderes que, como Maduro y Dilma, se convirtió en el reclamo de renuncia o de juicio político.

"Estos gobiernos que se basaron en el liderazgo carismático están experimentando una grave crisis política y económica. Significa un...

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