'Nisman ya no confiaba ni siquiera en su custodia', afirmó Lagomarsino

durante una hora con su abogado para afinar los detalles de su primera declaración pública tras . El objetivo de su abogado, el penalista Maximiliano Rusconi, era que diera la cara para que todos lo vean como "un chico normal". El técnico en informática y dueño de la pistola Bersa calibre 22 que le causó la muerte al fiscal, rompió el silencio con tres palabras: "No estoy bien". Aturdido por la prensa, nervioso, dio su versión sobre qué ocurrió antes de que el fiscal fuera hallado con un tiro en la sien. "Me dijo que no iba a usar el arma", aseguró.

Su conferencia de prensa no estuvo despegada del curso de la investigación. Rusconi convocó a los medios, pero la fiscal Viviana Fein intentó frenarlo para mantener la reserva del caso. El abogado entonces cambió de planes: su defendido no contestó preguntas y sólo hizo una crónica de lo que vivió el sábado 17 de enero, cuando ingresó dos veces al departamento del edificio Le Parc, un día antes de la muerte del fiscal.

El estudio jurídico de la avenida Córdoba al 800 fue desbordado por decenas de camarógrafos, fotógrafos y periodistas que empujaban para acomodarse en la pequeña habitación de no más de 15 metros cuadrados. Tres custodios de incógnito, que siguen de cerca a Lagomarsino, se mezclaron con la gente.

Apenas pasadas las 15 se presentó Lagomarsino, muy menudo, ojeroso y con los labios apretados. Vestía camisa celeste a rayas y un pantalón beige. Se sentó al escritorio donde lo esperaba un interminable abanico de micrófonos y grabadores.

El barullo que inundaba la sala quedó en suspenso cuando Lagomarsino inició su relato: "Resulta que estoy el sábado en mi casa y me aparece una llamada privada en mi teléfono a las 16.25. Era Alberto Nisman diciéndome si podía ir. No era infrecuente que me pidiera eso. Llegué a Puerto Madero en 20 minutos", dijo sobre su primera visita.

El colaborador en asuntos informáticos de Nisman -tanto en la UFI AMIA como en su casa- se enfrentó a la prensa con una buena noticia: la fiscal Fein había dicho minutos antes que no hay elementos para comprometerlo por "un hecho doloso de mayor gravedad". Es decir, no lo iba a acusar de homicidio, sino que sólo está imputado por suministrar un arma a alguien que no tenía credencial de legítimo usuario al día. El martes último, el joven había sido apuntado por la presidenta Cristina Kirchner como sospechoso de la muerte del fiscal.

La tensión era palpable, pero a pesar de los nervios el especialista en informática no...

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