El niño que desarmaba todo

¿Qué hacen los niños con los juguetes? Juegan con ellos, por supuesto. Bueno, no era mi caso. Mi pasión era desarmarlos para ver cómo funcionaban. Tuve amoríos pasajeros con el Meccano y los ladrillos encastrables. Pero, para desazón de mis padres -que anticipaban un ingeniero en la familia-, advertí rápidamente que lo mío era curiosidad, no industria. A los juguetes pronto le siguieron otros dispositivos, que solía despanzurrar sin que nadie se enterara.

Más tarde sumé un nuevo hábito. Si algo andaba mal, pasaba horas buscando la solución. Con el tiempo, mi afición a resolver problemas se volvió crónica, y puesto que la existencia es dadivosa en inconvenientes, errores de funcionamiento, roces con el prójimo, conflictos limítrofes, ruiditos molestos, súbitos malestares del cuerpo y del alma y fallas de toda estatura, no me ha faltado nunca entretenimiento.

Me volví, pues, un adicto a solucionar. Una adicción se define como una actividad compulsiva que proporciona un estímulo placentero y que ejercemos incluso cuando sabemos que podría traernos consecuencias negativas. Que fue exactamente lo que me ocurrió aquella vez durante el servicio militar. En la oficina a la que me habían destinado había tres máquinas de escribir convencionales y, junto al escritorio del suboficial a cargo, protegido por su funda de plástico, intocado, un moderno modelo eléctrico. Durante un tiempo creí que estaba reservada al jefe. Pero un día me confiaron que, en realidad, no funcionaba bien.

-Parece que no escribe algunas letras -abundó mi informante.

¡Excelente! ¡Un problema! ¡Y en un equipo que facilitaría mucho nuestra tarea cotidiana!

-Una cosa más -me advirtió-. Ni se te ocurra tocarla, porque el principal te mata.

-Pero si no anda.

-No importa. No la toques.

Recuerdo el sol tibio y benéfico de ese invierno entrando por el ventanal cuando, durante uno de los largos mediodías castrenses, me dispuse a desarmar la máquina. Tendría unas dos horas. Sobraba tiempo. Le había dado muchas vueltas al asunto y creía saber dónde se escondía el origen de la falla. Es cierto que sentí cierto desasosiego a medida que la carcasa y los componentes internos se iban alineando sobre la...

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