Las niñas hermanas de los árboles

Aún desgarrado por el dolor tras la muerte de su hija de 16 años, Shyam Sunder Paliwal observaba a sus vecinos plantar un árbol en memoria de la adolescente. Lo sacudió una pregunta: "¿Por qué plantar un árbol cuando muere una niña en lugar de plantarlo cuando nace?"Como en la naturaleza, donde todo -así sean los procesos virtuosos como las catástrofes- se encadena, la respuesta que encontró Paliwal generó una serie de eventos que cambiarían su vida y la de Piplantri, pueblo de Rajastán, India, del que es alcalde.Paliwal amaba a su hija pese a vivir en una sociedad que reniega de las niñas. Para amplios sectores de la población india, la llegada de una hija significa una carga, la crianza de un ser que apenas crezca se casará y pasará a integrar otra familia, a la que, además, habrá que pagar una dote. Allí el infanticidio tiene género y se practica con una frecuencia pasmosa. Paliwal, que no podía creer que la pérdida que a él lo destrozó fuera para otros una elección posible, volvió a hacerse la pregunta: "¿Qué pasaría si cada vez que nace una niña, en lugar de lamentarlo lo celebramos plantando árboles?". Lo que pasó después lo cuenta el documental Hermanas de los árboles, filmado en Rajastán por los argentinos Camila Menéndez y Lucas Peñafort, con estreno previsto para el 5 del mes que viene en la plataformaA través de la película, asistimos a uno de esos milagros que poco tienen de prodigio y mucho de benévola voluntad. Piplantri está enclavado en una zona que siempre fue muy seca, pero cuya carencia hídrica se agudizó tras la explotación de una descomunal mina de mármol. "Antes había manzanos. Ahora solo hay tormentas de polvo", describe un habitante de la zona. La cámara es elocuente: junto a las vastas, polvorientas superficies de la excavación se extiende un territorio reseco y ajado. Excepto en un sector próximo al pueblo. Allí, en una breve irrupción de verde, un grupo de mujeres cultiva áloe vera. La belleza y los colores de sus túnicas, la suavidad del entorno agreste, los pájaros. De repente, otra...

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