Nicolás González: 'Mi mamá siempre me dice: 'Te subís a un pony y te bajo de un cachetazo''

Jugar sin Messi: "Tenemos que demostrarles a los demás que podemos estar a la altura. Tenemos que darle una alegría a él, que esta vez no pudo viajar", avisa Nicolás González

No hace tanto, apenas siete u ocho años, Nicolás González era un pibe cualquiera, un desconocido en la marea. Tren, micro y combi entre su casa en Escobar y el predio de Argentinos Juniors en el Bajo Flores. Seis horas diarias entre ida y vuelta, y el fin de semana iba al banco. Pero la vida daría un vuelco. Algunos meses atrás, desde la Intendencia de Escobar, al tal González lo distinguieron como ‘ciudadano ilustre’…, el olfato de la política. "… En tan poco tiempo me pasaron tantas cosas: el debut en Argentinos, el ascenso de la B Nacional, la venta a Europa, el título en Alemania, el llamado para los Panamericanos que fue mi primera vez con la camiseta de la selección, los amistosos de la mayor, la Copa América…, llegar a Fiorentina, un grande del calcio . Todo esto ni se me cruzaba por la cabeza. Siento que he hecho las cosas bien y las sigo haciendo bien, más ahora que se acerca el máximo sueño para cualquier futbolista". Por momentos, el tal González no cree estar hablando de él.

El apretado resumen lleva la firma de Nicolás Iván González. Todo, en un pestañeo. No se salteó nada…, y hasta se atrevió a espiar Qatar 2022. Pero hay detalles que vale subrayar: convirtió el tanto para el ascenso de Argentinos en 2017, fue el goleador en la campaña de Stuttgart para volver a la Bundesliga, quedó en la historia como una de las piezas que en el Maracaná rompió el maleficio de 28 años de la selección, Fiorentina lo pagó 27 millones de euros y, más allá de alternar la titularidad con Scaloni, es la revelación albiceleste en las eliminatorias. Vértigo puro.

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-Cómo no marearse…

-Por la familia, es mérito de mi familia. Siempre los escuché y siempre me corrigieron cosas. Siempre me dijeron: ‘Mirá que si sos un agrandado, así como el fútbol te da todo, también te lo quita’. Mi mamá siempre me dice: ‘Vos te subís a un pony y yo te bajo de un cachetazo’. Parece un chiste, pero lo tengo muy grabado. Mi familia es incondicional. Si lloro, están ahí; si me pasa algo, están ahí. Y los buenos amigos también, ojo, porque ellos te dan fuerza para no meterte en cagadas y no apartarte del camino. Ellos me mantienen con los pies en la tierra.

Mi viejo, que se llama Christian pero le gusta que le digan ‘Lole’; mi mamá, Paola; mi hermano, Gabriel y mi cuñada Yamila, y mi sobrina, mi sol, Martina. Y mil amigos, que si los nombro no termino más. Ellos van y vienen a Italia, pero generalmente estoy solo, me hace bien vivir solo, pero hablamos casi siempre. En Alemania estuvieron más presentes, me acompañaron mucho más tiempo..., yo era más chico y sinceramente, si no hubiesen estado ahí, creo que me hubiera pegado un tiro o algo me hubiese pasado porque estaba liquidado de la cabeza. Tenerlos fue vital. La cultura, el frio, el idioma…, en Stuttgart no salía el sol, fue duro Alemania. Italia es más lindo, con el idioma ya me arreglo…, y entonces los dejé que se vayan al calorcito de allá y disfruten de ver crecer a su nieta. En unos meses volverán.

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