Con los nervios de punta y un humor de perros

Florencio Randazzo no es el de antes. Hombre de buena relación con hombres de negocios y dirigentes justicialistas, el accidente en Castelar y las protestas de estos días terminaron de enfrentarlo con parte de los sindicatos. Está molesto y descolocado. Algo de ese nerviosismo reverdeció hace pocas horas, cuando el ministro del Interior se enteró de que los empresarios Aldo Roggio y Gabriel Romero, administradores de la Unidad de Gestión Operativa de las líneas Mitre y Sarmiento (Ugoms), deslizaban la posibilidad de abandonar la concesión.Las compañías lo niegan y, probablemente, nunca se vayan. Pero los contratiempos son lo suficientemente graves como para inquietar a colaboradores que, sin embargo, creen en el jefe: juran que Randazzo no afloja nunca, que asimilará incluso el sacudón de haber quedado fuera de las candidaturas para octubre y que, en adelante, analizará cómo moverse.La emotividad, ese recurso extraordinario del kirchnerismo, no siempre alcanza para suplir deslices operativos. Algunos funcionarios parecen más curtidos que otros. Julio De Vido, especialista en estos daños, suele olvidarlos rápidamente para centrarse en anuncios o garantías de futuro. Pero deberá esforzarse para que, por ejemplo, la nueva normativa de sanciones a compañías telefónicas revierta lo evidente: ya es casi imposible terminar una conversación por celular sin que se corte.Norberto Berner, secretario de Comunicaciones, lo describió con un dato escalofriante sobre la tecnología de las redes: "Tenemos 2G y 3G; en la actualidad, el 63% de las celdas es 2G, es decir, que no transmite datos; acá tenemos ya un sitio concreto donde hay que invertir". El mundo funciona a otra velocidad: ya 13 países de América latina lanzaron o han licitado el 4G, una modalidad ocho veces más rápida que ya ofrecen casi 70 naciones, entre ellas Angola, Tanzania, Nigeria, Namibia y Uganda. Aquí no llegaría antes de 2015.Randazzo venía de ser artífice de dos logros del Gobierno: la confección de pasaportes y documentos, que terminó con décadas de una burocracia inexplicable, y la distribución de la tarjeta SUBE después de colas de varias cuadras por conseguirla. Hombre menos habituado a los éxitos, Guillermo Moreno no suele perder la calma cuando las cosas no salen. ¿Fue entonces sobreactuada o espontánea su reacción de anteayer hacia Silvia Naishtat, periodista de Clarín, en la embajada de los Estados Unidos?Naishtat no hizo más que abordar al hombre indicado en el lugar preciso: estaba en la...

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