Navidad: los riesgos de un arbolito repleto de regalos

La lista tiene nueve ítems. La consola de videojuegos, la camiseta de Manu Ginóbili, una pelota de básquet, la tabla para barrenar, silbato, tarjetas y reloj de árbitro (que cuenta como uno solo), la pista de carrera, dos autitos, cartas de truco y el regalo sorpresa. Todo eso le pidió Santiago, de cinco años, a Papá Noel. Si en la medianoche de mañana se le conceden todos sus deseos, ¿será realmente un chico afortunado al recibir tanto?

La abundancia de regalos, coinciden los expertos consultados por LA NACION, puede obnubilar a un chico. Sí. ¿Pero esa abundancia lo hará más feliz? Psicólogos, pediatras y especialistas en niñez concuerdan en que no, y uno de los primeros efectos negativos se advierte en el mismo momento en que comienzan a abrir, con desesperación, un paquete tras otro: ante tantos estímulos, se dispersan. "Yo veía que las manitos no le daban abasto para romper los envoltorios, y a partir del segundo regalo casi ni los miraba. Sólo estaba preocupado por abrirlos todos -cuenta Fátima Turu, madre de Mathis, sobre lo sucedido en las últimas Fiestas-. En cambio, su último regalo de cumpleaños todavía lo recuerda. Fue sólo uno, y eso lo hizo especial."

Para el psicólogo Fernando Adrover, el hecho de recibir muchos regalos al mismo tiempo tiende a devaluarlos. "Seguramente durante estas Fiestas recibirán más de uno y no está mal, pero si resulta posible, lo más conveniente sería poder administrarles su posesión."

El decano de la Facultad de Psicología y Relaciones Humanas de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) asegura: "Las razones son simples, pero poderosas. Los niños, en mayor medida incluso que los adultos, son sensibles a la novedad, pero también se aburren fácilmente o, si se quiere, necesitan nuevas experiencias, objetos y actividades. Un juguete nuevo aporta posibilidades a un chico. Una multiplicidad de juguetes nuevos también, claro, pero disminuye notoriamente la atención que le puede brindar a cada uno. Además, el proceso que conduce al aburrimiento en función de esa pérdida de novedad opera en todos ellos en forma más o menos simultánea. También son menores las ocasiones para que explore a fondo las alternativas que brinda ese juguete. Cuando un chico se aburre de un juguete y no tiene otro a mano, comienza a utilizar su imaginación para darle nuevos usos y funciones a ese mismo objeto, y eso potencia su fuerza creativa".

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