Sobre la naturaleza y la durabilidad de los acuerdos exitosos
Legisladores porteños del oficialismo y la oposición coinciden en la importancia de habilitar el juicio por jurados
La idea de que la sociedad argentina alcance un acuerdo político gana terreno . Luego de mucho tiempo en que solo se trataba de una referencia utópica, en el oficialismo, en la oposición y entre actores políticos y sociales, surge cierto consenso: la única manera de revertir este proceso de décadas de decadencia en que está el país es a través de un pacto para definir prioridades estratégicas y coordinar esfuerzos de los gobiernos y de la sociedad civil.
En un entorno caracterizado por inmensos niveles de imprevisibilidad, desasosiego, pesimismo , falta de horizontes y tensiones crecientes, con perspectivas aún más complejas en lo inmediato y en el mediano plazo, parte de la clase dirigente advierte que, habiendo fracasado con los métodos implementados hasta ahora (hiperpresidencialismo, improvisación y confrontación permanentes, cortoplacismo, financiamiento monetario del déficit fiscal) es imprescindible definir un conjunto de metas e instrumentos respaldados por un núcleo crítico de poder más allá de los ciclos político-electorales.
Como suele ocurrir, surgen voces críticas dentro y fuera de la coalición gobernante . La mayoría se explica por la desconfianza entre los principales protagonistas de la vida pública nacional, incluidos los que conviven dentro de un mismo paraguas político-organizacional. Otras responden a miradas temerosas y egoístas, que enfatizan costos y consecuencias de un eventual fracaso. Algunos descreen de la idea de acuerdo y consideran que los viejos procedimientos -conducidos por ellos mismos- tendrían un corolario positivo. No faltan los que se identifican con el colectivo "no va a andar". En defensa de estos: no se trata solo de un pesimismo endémico, sino de una enorme acumulación de malas experiencias que sesgan la opinión sobre los asuntos públicos. Buena parte de los acuerdos alcanzados a lo largo de nuestra historia estuvieron teñidos de sospechas o fueron considerados contubernios, desde el Pacto Roca-Runciman, de 1933, hasta el Pacto de Olivos, de 1994. La sensación fue que predominaron personalismos o intereses ocultos.
La historia es pródiga en acuerdos políticos, económicos y sociales, desde éxitos rotundos hasta fracasos rutilantes: La Moncloa fue tan clave en la transición a la democracia en España como el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico firmado al inicio de la...
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