Lo que nadie contó del mini-Davos

El mini-Davos de esta semana en Buenos Aires fue una fiesta extraordinaria. A ver: 2500 inversores, 500 CEO -una suerte de reunión de gabinete ampliada-, algunas de las principales multinacionales del mundo, 67 países, clima de negocios, el Gobierno en pleno a disposición de los visitantes y consenso sobre las increíbles oportunidades que se abren a partir de los cambios políticos y económicos que está viviendo la Argentina. En fin, todo bien. Todo bien hasta que, en uno de los animados corrillos del CCK, habló un sciolista (todavía queda alguno) resentido: "Es más fácil traer inversores que inversiones".

Nada sorprendente: siempre hay una mano traviesa que le mete sal al dulce de leche. Lo mismo el ministro Lombardi. Aunque elogió las bondades del magnífico CCK, cuyo reciclado costó dos mangos y no se pagó una sola coima (según alguien tan creíble como De Vido), andaba contando por los pasillos que había tenido que echar agua bendita para expulsar los demonios.

Pude conversar con muchos de nuestros ilustres visitantes y no salían de su asombro. ¿Por el nuevo rumbo institucional, por los esfuerzos de Macri para reinsertar al país, por el clima democrático que dejó atrás 12 años de discurso único? Bueno, no tanto. Eso ya lo sabían. También sabían que en Ezeiza el Gobierno los esperaba con alfombra roja y trámite migratorio exprés. Antes los recibía Timerman con un alicate y Moreno con gases lacrimógenos. Hay que pensar que los CEO globales sólo piensan en términos de rentabilidad. Miradas desde su óptica, algunas cosas no terminan de cerrar. Por ejemplo, la detención del "Caballo" Suárez, el gremialista amado por Cristina, supone para los que exportan a la Argentina un cambio brusco en las reglas de juego: ellos sabían que pagándole un peaje de 50.000 dólares a las patotas del Caballo tenían garantizada la entrada y salida de los barcos. Qué va a pasar ahora -se preguntan- con la operatoria en el puerto y con este señor que no deja de ser un colega: es dueño de 16 empresas. Además, el llamativo silencio de la CGT, del PJ y del Frente Comodoro Py (ex Frente para la Victoria y ex Contrafrente para la Resistencia) sobre la detención del Caballo alimentó las sospechas: si tres espacios tan identificados con la transparencia no aplaudieron que alguien salido de sus filas fuera a parar a la cárcel es porque no les debe parecer mal eso de cobrar peajes en el río.

También la inhibición de los bienes de Cristina Kirchner dispuesta esta semana por...

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