¿Nace un nuevo Macri en cuna hostil?

Nunca fueron fáciles las asambleas legislativas para . Son las reglas del juego distintas y arbitrarias que hacen natural lo que no lo es: , como presidenta, podía hablar tres, cuatro horas y no volaba una mosca por más que elevara a niveles de epopeya su conducción del Estado y aunque varios de los datos que vertía en esas elocuentes y kilométricas piezas oratorias fueran ostensiblemente falsos. Tampoco la interrumpían cuando gustaba escrachar desde ese tan solemne estrado a personas con nombre y apellido (y hasta con foto, como hizo con el fiscal Ricardo Sáenz, tácita incitación a agredirlo).A Macri, que siempre habló mucho menos (el viernes lo hizo durante 59 minutos), ese trámite en clima hostil se le fue haciendo cada vez más arduo.Como si no fuese suficientemente complicado ser el gobierno no peronista que está llegando al fin de su mandato por primera vez en 91 años, luego de haber sorteado una crisis financiera colosal como la del año pasado, y expuesto a constantes minorías parlamentarias (con lo cual nunca pudo implementar a fondo el plan económico que tenía previsto), el comportamiento de buena parte de la oposición durante de del Congreso se pareció al de barras bravas desatadas, un desorden sin igual de gritos e insultos que fueron motivo de conversación posterior como algo nunca visto por políticos de distintos partidos y tan experimentados en las lides legislativas como Miguel Ángel Pichetto y Gerardo Morales.Las sorprendentes diferencias en el respeto para escuchar a Macri y a la viuda de Kirchner se mantienen aun cuando ella ya no es presidenta y solo sea senadora multiprocesada. Con pocas horas de diferencia, y en el mismo ámbito (el Congreso), contó con la prerrogativa de salirse del libreto de la reunión preparatoria del Senado para dirigir a esa cámara un discurso de autodefensa por su complicada situación judicial. Nadie tampoco osó interrumpirla. Así Cristina Fernández gozó de un estimable silencio y esmerada atención en la Cámara alta aun cuando, al presentar una cuestión precisamente "de privilegio", aseguró no contar con ninguno (siendo que tiene una orden de detención en suspenso precisamente por el "privilegio" de la protección que goza, por ser senadora, de beneficiarse con la postergación de esa decisión judicial hasta tanto no la confirme la Corte Suprema). Sin embargo, nadie se rio. Ni tampoco hubo burlas ni insultos.Modales bien contrastados y naturalizados: Cristina Kirchner puede decir lo que se le canta...

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