El mutuo respeto de los derechos, esencia de la convicción liberal

El liberalismo y su grieta

Hace unos años, Hugh Brogan escribió que el liberalismo se caracteriza ante todo por su condición paradójica: "Es un credo con libros sagrados, nombres sagrados y una historia sagrada, pero sin una definición universalmente aceptable". En efecto, entre el liberalismo clásico, que postula un gobierno limitado, y las corrientes que propician una sociedad sin gobierno, un abanico de expresiones se ofrece a la mirada del observador que quiera adentrarse en el estudio de esta tradición intelectual. Quizá por eso, como aconsejó J. G. Merquior, resulta más sencillo "describir" el liberalismo que intentar reducirlo a una definición breve.

Incluso hay quienes rechazan la posibilidad de un consenso liberal fundado en valores universales . Así, John Gray considera que no se requieren valores, sino instituciones comunes para permitir que muchas formas de vida puedan interactuar sin necesidad de conciliar sus respectivas concepciones de lo bueno o correcto. Esta distinción entre "dos caras" del liberalismo lleva a Gray a agrupar a Locke, Kant y Rawls, por un lado, y a Hobbes, Hume y Berlin, por otro, como exponentes de lo que en el fondo serían dos filosofías incompatibles. También se ha dicho (Kukathas) que el liberalismo no propone un acuerdo epistémico, sino práctico: sujetarnos a las normas que toleren el desacuerdo.

¿Qué rasgos caracterizan mi modo de ver el liberalismo? En primer lugar, la desconfianza hacia todo intento de transformar la...

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