Un mundo sin fronteras, por artistas argentinos

Desde un puente en Venecia, acompañada por su perro salchicha hace poco más de medio siglo, Blanca Isabel Álvarez Toledo tomaba fotos sobre el Gran Canal. Bajo el sol de la mañana registró cómo su marido, , era rodeado por lanchas de la policía mientras derramaba un polvo que . El argentino no parecía dispuesto a detenerse para explicarles que se trataba de una intervención artística y no de un ataque destinado a sembrar terror entre los turistas que visitaban la bienal.Él estaba decidido a participar, aunque no hubiera sido invitado. Con el impulso traído desde Francia, donde las históricas protestas estudiantiles acababan de proclamar "la imaginación al poder", ese gesto performático y desafiante realizado el 19 de junio de 1968 marcó un hito que lo convertiría en uno de los pioneros del land art. Con el tiempo sus acciones sumaron connotaciones ecológicas, y lo llevaron a denunciar la contaminación de las aguas con la coloración de ríos, fuentes y puertos de otras importantes ciudades como Nueva York y París.En ambas "capitales del arte" fueron varios los argentinos que dejaron su huella. desembarcó en la Gran Manzana, donde llegaría a pagarle la deuda externa en forma simbólica con choclos a Andy Warhol, a mediados de la década de 1960. Poco antes había realizado en París : en un terreno baldío destruyó todas sus obras, durante un rito de transformación colectiva.Por esa época, impulsaba en la misma ciudad con otros colegas emigrados el Grupo de Investigación de Arte Visual, que le valió el Gran Premio de Pintura de la Bienal de Venecia por las experimentaciones ópticas y cinéticas que también cambiaron para siempre la relación entre la obra y...

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