Fue multitudinario en todo el país el cacerolazo contra el Gobierno

Con un amplio y variado abanico de reclamos, pero, sobre todo, unidos por el descontento con la gestión de la presidenta Cristina Kirchner, cientos de miles de personas se movilizaron ayer en diferentes ciudades de todo el país en la protesta denominada 8-N.El epicentro de la marcha, convocada desde las redes sociales, se dio en Buenos Aires, aunque con algunos focos bien distinguidos: la Casa Rosada y el Obelisco, y la quinta de Olivos, donde la Presidenta continuaba anoche con su agenda, mientas en los alrededores el batir de cacerolas expresaba la melodía de la disconformidad.La movilización impactó con fuerza en otras grandes urbes de la Argentina, como Rosario, Córdoba y algunos municipios del conurbano bonaerense. Así, el 8-N se convirtió en la mayor protesta en contra del kirchnerismo desde su llegada al poder, en 2003.Desde el Gobierno no hubo una reacción oficial tras la marcha. En un acto previo, la Presidenta evitó aludir ayer a la protesta, aunque señaló: "A no aflojar nunca, jamás, ni en los peores momentos. Porque en los peores momentoses que se conoce a los verdaderos dirigentes de un país. Hay que seguir tirando para adelante, por más democracia".Con las banderas argentinas en alto, aferrados a sus carteles, cientos de miles de personas se congregaron en el Obelisco y desde allí llegaron a la Casa Rosada por Diagonal Norte. La bronca era una pancarta con miles de mensajes. Se desarrolló así en casi todo el país.Las consignas diferían y se multiplicaban: había quejas enardecidas por la negación oficial de la inflación y por sus consecuencias en bolsillos que aparentan cada día más flacos. Hubo también protestas por la corrupción y por considerar que existen cada vez más atropellos a las libertades.Se percibió, además, la necesidad de un sector de la población de plantar bandera y exhibir su férrea oposición a una eventual re-reelección de Cristina Kirchner.La figura presidencial fue, en ocasiones, un blanco excesivo del vituperio público.Pero Cristina no fue a la única funcionaria que apuntaron los manifestantes: los reproches alcanzaron a la "inacción opositora" y al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, acusado desde afiches callejeros por "un pacto con los K" en la Legislatura porteña.Fue la inseguridad otro motivo central que empujó a la gente a las calles. Los familiares de víctimas por robos u otros imprevistos reclamaron por Justicia, a veces, aferrados a la foto de la tragedia, como si hiciera falta una...

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