Una multitud, en vez de un helicóptero

El mayor logro de Cambiemos quedará demostrado dentro de 48 horas cuando Mauricio Macri transmita los atributos del mando presidencial a Alberto Fernández. La peor frustración es que se va con 10 puntos porcentuales más de pobreza que la que dejó Cristina Kirchner, en 2015.Que un presidente no peronista (sin contar al general Agustín P. Justo, otro ingeniero, cuya elección, en 1931, fue cuestionada por fraude) complete su mandato por primera vez tras 91 años no es un mero gesto simbólico. Tendrá consecuencias formidables sobre el sistema democrático que los argentinos tan desaprensivamente vapuleamos y deterioramos.Tarea cumplida en ese sentido: ninguno de los huracanes económicos, políticos y sociales, ajenos y autoinfligidos con los que debió lidiar Macri durante su mandato fueron suficientes para voltearlo, como muchos desearon. Buena parte del kirchnerismo y de la izquierda probaron de todo para que ese mandato se tronchara desde el minuto uno. Felizmente no lo consiguieron. Ganó la democracia.Factores externos, la herencia de un Estado elefantiásico, ineficiente y corrupto, más el sinfín de políticas erradas, contradictorias e improvisadas tomadas por el macrismo dejan un país calamitoso en sus principales variables.Macri -entre cuyos eslóganes de campaña estaba incluido el de "pobreza cero"- dijo al terminar su primer año de gobierno que pretendía ser juzgado por reducir o no la pobreza. Pues bien: el 40,8 % anunciado por la UCA anteayer (que asciende a un pavoroso 59,5% de chicos y adolescentes pobres, sin duda la peor hipoteca para adelante) opaca los avances sustanciales que logró en energía, infraestructura, conectividad, reordenamiento burocrático del Estado, reducción de subsidios, recuperación de estadísticas y una menor estridencia en la administración del propio relato oficial. También dijo en marzo de 2016: "Si la inflación no baja, es culpa mía". Se va con un 55% anual de inflación, luego de haber dicho como candidato que era "algo simple de resolver".Como tantos otros mandatarios, Macri creyó que con ser alto, rubio y de ojos celestes (físicamente al menos lo es) era suficiente para que llegara la "lluvia de inversiones". En efecto, los principales líderes mundiales le tomaron simpatía, como quedó claro con el presentismo perfecto en la Cumbre del G-20, en Buenos Aires. Pero para invertir en serio hacen falta seguridad jurídica, mercado interno y rentabilidad. Nada de eso fue garantizado.No haber cuidado el consumo...

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