La multitud, entre el festejo y la nostalgia

Sin escapar a un cuando la Presidenta pronunció su última palabra, una multitud se movilizó ayer ante el Congreso de la Nación para acompañar el de ante la Asamblea Legislativa. La lluvia que golpeó intermitentemente sobre la plaza apuntaló esa atmósfera, de la que la militancia oficialista escapó, en parte, gracias a la puesta festiva que prepararon los organizadores.

Para los militantes que dialogaron con LA NACION el motivo central fue otro: sobre el asfalto, y entre la nube de banderas y globos de las distintas tribus kirchneristas, las palabras y arengas de la Presidenta actuaron como dínamo para retroalimentar de pasiones y convicciones a los que decían haber llegado con esas mismas energías, pero para apoyar a la Presidenta.

"Me llevo la fuerza que Cristina muestra siempre. La verdad que dice en cada palabra me llega siempre", contaba Martín, un empleado administrativo de 35 años que llegó a la plaza sin identificación partidaria. Las mismas impresiones asumían un cariz religioso en Marta, empleada municipal de La Matanza. "Me quedo con todo. Todo lo que la Presidenta me dice [sic] para mí es palabra santa", resumió la empleada municipal, que se movía en un grupo identificado con el PJ.

En la plaza convivieron esos dos paisajes: el espacio frente a las escalinatas del Congreso fue copado por las banderas de Unidos y Organizados, La Cámpora, Nuevo Encuentro (de Martín Sabbatella), Kolina (de Alicia Kirchner) y Tupac Amaru (de Milagro Sala).

Los gremios e intendentes del PJ se disputaron el aire, donde se balanceaban globos de los albañiles de la Uocra o los telefónicos de Foetra con los de Fernando Espinoza (La Matanza) y Alejandro Granados (Ezeiza), entre otros. Los del gobernador entrerriano, Sergio Urribarri, con la añadidura "2015", pujaron desde el fondo para terminar frente a todos los demás.

Pero en los laterales de la plaza lo que predominaban eran militantes sueltos, parejas y familias sin identificación partidaria. Como Silvia, una docente de 38 años que vino desde Moreno junto a hijos y sobrinos. "Ya cuando puse los pies en la plaza tuve ganas de llorar", se confesó, ante la pregunta por el último discurso de Cristina ante el Congreso.

"Esta vez es más emocionante", coincidió Paula, una psicóloga porteña de 45 años. "Me llevo la posición indeclinable de Cristina. Eso de nunca retroceder", resaltó...

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