Múltiples Fernández conviven en Alberto

T ransitar la calma chicha del verano, gozar del cheque en blanco que significa estar recién asumido y, por sobre todo, contar con la "chapa" de ser peronista (el tiempo determinará si más neoliberal, al estilo Menem; bolivariano, como los Kirchner; una combinación de ambos estilos -si eso fuera posible- o, lo más probable, algo distinto, que aún no terminó de emerger, con mixturas varias de las experiencias anteriores).Como ya bien lo dijera antes de las elecciones de agosto y octubre pasados Jorge Lanata en Hablemos de otra cosa, solo los peronistas -si tienen la voluntad de hacerlo- parecen constituir la única fuerza política argentina en condiciones de llevar adelante reformas políticas y económicas profundas vedadas a otras agrupaciones partidarias. No lo hará de manera lineal, sino como pueda, con avances, retrocesos e inevitables contradicciones.No es magia (diría Cristina Kirchner, la constructora principal de este nuevo/viejo orden político). En el llano, el PJ no es un opositor cómodo para oficialismos de otro color y el republicanismo meramente declarativo de estos no es un "relato" que mejore sus condiciones, sino que tiende a agravarlas ya que a falta de una conducción más férrea, y que tampoco busca consensos por fuera de su entorno, cada factor de poder termina tirando para su lado y batiendo el parche sectorial sin hacerse cargo del contexto y de las necesidades de los otros.Por mucho menos que las decisiones tomadas ahora con los jubilados, la reforma previsional del macrismo fue recibida con catorce toneladas de piedras y casi un golpe de Estado al Poder Legislativo, a fines de 2017. Y de poco le sirvió que entonces acabara de recibir el aval de las urnas.¿Habría sido tan apacible el mes que dejamos atrás con los brindis del 31 si Mauricio Macri hubiese conquistado su reelección? Ni el propio expresidente, ni buena parte de su staff, lo creen. El fantasma de Chile se les hacía manifiesto (Sebastián Piñera es un presidente de cuño liberal, que transcurre su segundo mandato, tras uno intermedio de Michelle Bachelet, ya que en el país trasandino no existe la reelección inmediata).Pero ¿es que acaso se terminó con el hambre y la "tierra arrasada" dejó de serlo en tan pocas semanas que son mínimas -enhorabuena- las protestas en la calle? ¿Concluyó, como por arte de magia, el agobio informativo y de las redes sociales del "no se aguanta más" porque ahora ya no conviene agitar tanto esas consignas? ¿Paros y piquetes están pasando...

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