Mujer y trabajo en la doctrina peronista

AutorLilian Legnazzi
Doctrina Peronista

El primer documento es un texto de más de 400 carillas que se titula Doctrina peronista. Perón expone su doctrina2 y reúne sus discursos y escritos producidos entre 1944 y 1950, editado por la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación sin mención de lugar y año. En el prólogo firmado por un Centro Universitario Argentino se menciona que la publicación tiene el carácter de antología del pensamiento “… y por el ordenamiento de las frases – extraídas de sus discursos- que la componen, constituye además, una auténtica y didáctica exposición de la teoría del movimiento por él iniciado” 3 . En efecto, la organización del vasto material es clara y concisa agrupada por temas desarrollados en 24 capítulos que abordan cuestiones variadas, que van desde los valores humanos, la patria, el anticomunismo, las finanzas, la clase media, la cultura, etc.4

A través de un amplio repertorio de más de quinientos subtítulos se refieren a la mujer sólo tres, dos incluidos en el capítulo III llamado “Los valores humanos” y uno en el XV “La política social”.

En el capítulo III el texto “La mujer” con fecha del 30 /X /1947, es breve por lo que puede transcribirse íntegro:” Esta revolución ha encontrado en la mujer argentina un eco que muy pocos hechos de nuestra historia hallaron en ella. Este hecho es para nosotros auspicioso porque si el hombre es racionalista, la mujer posee, por sobre el racionalismo masculino, una intuición que es siempre superior en aciertos a todos los éxitos que los hombres podamos conseguir Por tal motivo rindo este homenaje a las mujeres de mi Patria, en quienes los hombres de la Revolución hemos encontrado un eco que nos llena de satisfacción y de orgullo”5 El subtítulo siguiente : “ La familia” es una continuación del anterior en cuanto es ella el ámbito que define el lugar de la mujer en la sociedad: “Dignificar moral y materialmente a la mujer equivale a vigorizar la familia. Vigorizar la familia es fortalecer la Nación, puesto que ella es su propia célula” y unas páginas más adelante se amplía el concepto situándolo en la perspectiva del “Porvenir Argentino” (30/ VII / 1949) “ Si el presente de la Patria está en nuestras manos, en la(sic) de las mujeres está el porvenir de la Nación; ese porvenir que depende de cómo ellas formen a las futuras generaciones , de cómo cultiven el alma de los niños confiados al cuidado amoroso de la madre. De ello depende, más que de nuestro esfuerzo y todo nuestro sacrificio, el porvenir de la colectividad argentina. Y por esa razón al nacer el Partido Peronista en fracción femenina creemos que nace un nuevo sol para la nueva Argentina”6 El marco en el que se centra este discurso es el de los valores de paz social y armonía superadores de la lucha de clases (caps. I, XII y XIV), ya expresados por la Iglesia Católica en las Encíclicas Rerum Novarum y Quadragésimo Anno y en lo político en la afirmación de los esquemas nacionalistas que en su vertiente militar produjeron la Revolución del 4 de junio de 1943, la disciplina (cap. IV), el patriotismo (cap. XIX), la exaltación de los ideales sanmartinianos (caps.I y XVIII), la fraternidad americana (cap. XXI).

Se distinguen en el párrafo citado dos cuestiones: la mujer y la familia y la mujer y la vida política. Respecto a la primera cuestión se ha planteado la polémica entre el enfoque pronatalista en la política sanitaria peronista (María H. Di Lisia, 1992) y el promaternalista (Dora Barrancos, 2002) entendiendo que el primero promueve el crecimiento demográfico y el segundo incentiva el cuidado de la prole y no su aumento. Ambas posiciones fueron sostenidas por el peronismo en distintas instancias y en forma paralela. De los textos vistos se deduce una clara postura maternalista pero que no excluye el incremento de la natalidad. Este último constituía un tema sensible a la dirigencia argentina desde la década del ’30, pues la planificación poblacional figuraba en la agenda de oficinas estatales y de la institución militar. Para comprender el clima de ideas vigente al momento que irrumpe el peronismo son un elemento de análisis las actas del Primer Congreso de Población realizado en Buenos Aires en octubre de 1940 organizado por el Museo Social Argentino. Los más de 100 trabajos presentados se agruparon en seis secciones, la primera se refería a “Natalidad, nupcialidad, morbilidad y mortalidad”. El tono general que dominaba en las ponencias de esta sección visualizaba como dramático el descenso de fertilidad en el país y en muchas de sus causas aparecía involucrada la mujer en especial por el trabajo fuera del hogar Se proponía por ejemplo”modificar las costumbres urbanas de las mujeres mediante la lucha activa contra ambiciones dañosas (…) para que no salgan a competir con sus padres y maridos en los talleres, industrias, comercios y escritorios”, “…estimular en la mujer aptitudes hogareñas”, “…limitar el trabajo de la mujer fuera del hogar dando preferencia los hombres (…) sólo podían competir con los hombres en el ejercicio de las profesiones liberales o en los casos en que ellas resulten el único sostén de la familia o cuando carezcan de la capacidad de concebir…”7. En síntesis las políticas promaternalistas y pronatalistas no están opuestas sino integradas en la doctrina peronista y en este punto integra enfoques y políticas anteriores a su advenimiento.

Respecto a la visión de la mujer y la vida política no es central para el estudio del trabajo femenino pero sí lo es para la doctrina peronista que en este punto no aparece en una posición de vanguardia en el escenario nacional, sino como heredera de las infructuosas luchas socialistas. Tuvo la fuerza política de sancionar el voto femenino, un derecho largamente postergado, pero sin posibilidad de concretar una participación femenina activa y menos autónoma. En parte debido al corto lapso transcurrido entre el surgimiento del movimiento peronista y la sanción del voto femenino. Pero además es a todas luces incoherente con el rol social atribuido por el movimiento a la mujer, limitado al marco familiar con trascendencia en el “porvenir argentino”. Sin duda en un concepto aristotélico de la política la mujer jugaría un papel importante, pero no es el enfoque ni la participación adecuada en el seno de una organización partidaria. 8 La doctrina peronista recoge la representación social dominante en la que se dan visiones contrapuestas, en la perspectiva construida desde el centro de poder se procura establecer una nueva identidad de mujer que goza de plenos derechos pero en ésa época “era muy atrevido que la mujer trabajara, muchas renunciaban al trabajo al casarse, salvo que fueran maestras o profesoras de piano” 9 , en las entrevistas efectuadas a mujeres trabajadoras de ese período se verifica esta afirmación. Se observa entonces que hasta la década de los 60 los cambios se manifiestan más a nivel simbólico que objetivo, las dos décadas anteriores operan como etapa de transición en la que las propias mujeres tienen comportamientos y discursos contradictorios donde junto a continuidades se manifiestan rupturas, es decir que junto a la aparición de un nuevo sujeto social con derechos políticos se refuerza la herencia cultural y la posición de clase. Son las mujeres de los sectores populares las que adquieren mayor visibilidad por los componentes populistas del peronismo, ampliando el espectro femenino anterior de las socialistas y sufragistas.

La fracción mencionada se transformará definitivamente en “rama” cuando el movimiento se consolide y el partido se transforme en una organización con vida propia sólo en las instancias preelectorales y a ese único objetivo. Es de notar que ni en el organigrama del partido, ni en la Carta Orgánica del mismo (sin fecha) que se incluyen en el texto que se analiza figura la fracción femenina. Por lo tanto, lo mismo que en La razón de mi vida, se deduce que se denomina partido femenino a la que terminará siendo rama del movimiento peronista cuya organización surgirá de la decantación de la experiencia del ejercicio del poder y como garantía del mayor margen de maniobra propia para el líder del mismo. Cuando esta organización se defina incluirá tres ramas: la Sindical, la Femenina y la de la Juventud. La primera será la única vigente desde el inicio, toda vez que la Carta Orgánica Nacional del Partido Peronista identifica como células del mismo dos tipos de unidades básicas -en oposición a los comités asociados a la vieja política- las gremiales y las ordinarias, “…siendo la única diferencia entre ellas, que los afiliados inscriptos en las primeras deben tener la misma profesión, oficio o actividad de trabajo.”10

Las dos restantes adolecen de la misma carencia, no tienen un puesto de lucha en la coyuntura del debate político, sus intereses están al servicio de causas muy nobles pero cuya repercusión se proyecta al futuro, con lo cual se los elimina como actores de la arena política y se las ubica fuera de las decisiones y los conflictos.11 Se espera de ellos que se subordinen al movimiento o al partido, se los invoca como reserva, no en la toma de decisiones. Es por ello más notable que una mujer, Eva Perón, en este marco adquiriera, sin el respaldo de ningún mandato formal, la relevancia y trascendencia que reviste hasta hoy. Otro aspecto a destacar es que – por efecto de la organización de la rama femenina- las mujeres integran listas de candidatos antes de la ley de cupos (1991)

Otro aspecto en común a la mujer y la juventud en la doctrina peronista es que no están vinculados a clase social alguna, ni el peronismo los rescata de una situación de injusticia , ni aparecen atravesados por conflictos, antes bien se alude a ellos en una invocación totalizadora, los unifica el gentilicio argentina o argentino. Es razonable en este punto que el Partido Peronista Femenino...

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