Carlos Mugica, mi hermano. Reportaje a Marta Mugica

AutorMagdalena Ruiz Guiñazú

"Mi hermano es el mártir y patrono de los curas villeros

Fuente: Perfil.com on line, 03.05.2009

Hablar con la hermana del sacerdote Carlos Mugica es como hablar con él. Es que esta mujer, a 35 años de tan grave pérdida, es la memoria viva de quien dejó un hogar acomodado para defender a los más pobres. Cuenta cómo echó a Firmenich del entierro de su hermano. Mugica es el referente de los curas villeros amenazados recientemente.

Cuando en las últimas semanas los argentinos nos encontramos con la imagen muy conmovedora de 19 jóvenes curas villeros que valientemente denuncian el narcotráfico que asuela a nuestros niños y jóvenes, no dejamos de observar que junto a ellos aparece la foto de Carlos Mugica, acribillado por la Triple A de López Rega por su insobornable lucha por la justicia y por los pobres. La imagen de Mugica se ha convertido en el "patrono" de estos curas determinados, a fuerza de coraje y oración, a denunciar el flagelo que está golpeando cada vez con más fuerza a nuestra sociedad.

El 11 de mayo se cumplirán 35 años de la muerte de Carlos que, sintiéndose un privilegiado del destino, concibió la pesada responsabilidad de hacerse cargo de las injusticias que le habían tocado en suerte a muchos otros. Abogado e ingeniero, canciller del presidente Frondizi, Adolfo Mugica fue un hombre inteligente y conservador que amó entrañablemente a aquel hombre, su hijo Carlos, que solía discrepar con él en interminables discusiones políticas, pero que a su vez tampoco dejó de vivir muy cerca de sus padres. Carmen y Adolfo Mugica tuvieron siete hijos. Carmen siempre rezó porque uno de ellos fuera cura. Adolfo seguramente los imaginó profesionales e inmersos en la política nacional.

Marta Mugica, la hermana menor, tiene la misma mirada luminosa de Carlos. Es también la que hoy atesora cartas, fotografías y ejemplos del cura villero que le tocó en suerte como hermano. Quizá por eso, es muy emocionante hablar con ella y coincidir en que, a más de treinta años de distancia, los curitas amenazados por el narco saben que Carlos les marcó un camino de entrega y coraje.

-Me imagino que todo esto te debe traer recuerdos muy fuertes, y también dolorosos. ¿Cuándo supieron ustedes que Carlos estaba tan amenazado?

-Nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo porque comenzaron a producirse llamadas telefónicas a la casa de mis padres. Carlos se desesperaba por que mamá no atendiera el teléfono. En aquellos años no existían los contestadores y los mensajes eran siempre directos: "Te vamos a hacer boleta", etc. Bueno, los llamados fueron un anticipo. Les pusieron una bomba justamente en la entrada de servicio, que era la que utilizaba Carlos para subir al cuarto que ocupaba en la azotea. Por supuesto que las malas lenguas decían: "Claro, se ocupa mucho de los pobres, pero vive en la calle Gelly y Obes". Pero él no se inmutaba. "Mis padres están viejos -decía-, viven solitos y yo tengo ese cuarto de la azotea, junto a la vivienda del portero, y de esa manera a la noche ceno con ellos y trato de estar en casa lo más posible." Por supuesto que hay gente siempre dispuesta a criticar a un sacerdote que, por otra parte, decía cosas que molestaban, que movilizaban. No entendían que alternaba entre vivir en la villa y con los viejos porque...

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