Una muerte que expuso al Gobierno con crudo realismo

Hay una parábola invariable : el muerto siempre ilumina. La investigación que deriva de un asesinato o de un suicidio misterioso suele sacar a la luz más cruda a una familia, un clan, una banda, un contubernio, una sociedad, un mundo. Al final es menos relevante la circunstancia puntual de la víctima y de su victimario que la siniestra trama costumbrista de los hechos que ha quedado escandalosamente expuesta. Sucede algo parecido en la realidad. El sorpresivo cadáver de Nisman iluminó de modo hiperrealista al Gobierno. Se encendieron de pronto todas las lámparas y los protagonistas del drama aparecieron desnudos en su egomanía, su manipulación, su falta de sensibilidad humana, su irresponsabilidad institucional y su desmadre gestionario. Personas desinteresadas por la política prestan de pronto atención y descubren alarmadas en manos de quiénes está la administración pública. La pérdida de credibilidad es un piano de cola que cae desde un piso 13. La gente le está cobrando a la Presidenta de la Nación mucho más que el caso Nisman. Como le cobraron a Aníbal Ibarra mucho más que el caso Cromagnon. Los muertos iluminan, y a veces los ciudadanos de a pie no perdonan.

Para estos efectos, por lo tanto, importa relativamente poco que la pesquisa del fiscal tenga debilidades técnicas: su acusación, al fin y al cabo, era el puntapié inicial de un largo y escabroso proceso. Se nota en principio que fue lo suficientemente grave como para poner nervioso a todo el aparato gubernamental, que acosó y maltrató mediática y privadamente al fiscal ante la mirada atónita del público. Ese fiscal hoy está muerto, y pronto estará enterrado. Sus papeles y pruebas son a todo el asunto de fondo lo que las fotos son a una nota de prensa: su ilustración. Es cierto que una imagen, como una escucha telefónica, vale más que mil palabras. Pero el artículo central ya estaba escrito, y era conocido: el kirchnerismo utilizó la causa AMIA con el mismo pragmatismo desapasionado y oportunista con que usó los derechos humanos. Los Kirchner necesitaban tener una buena relación con Estados Unidos e Israel, y entonces encumbraron a Nisman y a Stiusso, y utilizaron la pista iraní como la viga maestra de su política exterior. La estudiaron y avalaron, y viajaron con ella a los grandes foros internacionales. Eso sucedió mientras Néstor estaba vivo y Estados Unidos no contradecía demasiado el carácter temperamental de Cristina. Pero llegó también el momento en que las relacionas con...

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