Motín a bordo: una insólita fuga de presos en el Río de la Plata

Se escuchó un disparo y la cubierta se llenó de rostros sorprendidos. En tierra, en la Dársena Sur del puerto, un policía había detenido a un preso que intentaba fugarse del barco. Entonces el asombro pasó a ser preocupación. ¿Había convictos a bordo? ¿Por qué los pasajeros no estaban advertidos de la situación?Para muchos era el comienzo de un viaje hacia Río Gallegos o alguna de sus escalas intermedias. Los familiares de los viajantes tenían acceso a una despedida en la que podían beber algo o desayunar y disfrutar de un buen rato antes de la partida. Eran las 9.35 del sábado 10 de enero de 1925 y faltaban apenas 25 minutos para que la embarcación zarpara. Lo que la mayoría ignoraba es que el vapor Buenos Aires tenía como destino final Tierra del Fuego y que iban a compartir la travesía con 103 forajidos que se dirigían al presidio de Ushuaia.Los presos habían sido embarcados en la madrugada del viernes, para que no se cruzaran con los pasajeros. Todos llevaban grilletes en los pies y en las manos. Pero el procedimiento de seguridad falló. Apenas seis soldados del cuerpo de guardiacárceles y dos oficiales de civil controlaban a los reos, que fueron ubicados en la bodega 1. Estaban hacinados y las temperaturas eran sofocantes en pleno verano.Las primeras sospechas llegaron a las 8, cuando el oficial de servicio Basilio Brana observó por uno de los ojos de buey que los presos se movían libremente en la bodega. Le avisó al encargado del operativo, el director del presidio, el teniente de navío retirado Ramón Herrera. No le dio mayor importancia al asunto, pero llamó a los responsables de Prefectura para reforzar la seguridad. Llegaron el jefe de Destacamento Sur de la Prefectura, Daniel Echeverría, y su segundo, José Nessi.Lo que no sabía Herrera es que era demasiado tarde. Varios presos ya se habían fugado. Se quitaron las gorras con los números de preso y las camisas azules con las que estaban identificados, y simplemente se mezclaron con los pasajeros en la cubierta para después salir tranquilamente por la planchada principal de acceso al barco.Al menos esta nueva acción permitió que se detuviera a tres hombres en intento de fuga. Ese disparo que alertó a todos en cubierta lo había efectuado un policía que vio correr a tres personas. En la explanada empedrada frente a los galpones de la Aduana, el agente había detenido a Alberto Suárez (el preso número 223), que había sido cómplice de José Galicia, alias Roque Sacomano, autor del terrible...

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