Mostaza no es mago ni provoca milagros: siguen las derrotas

Racing es el culto inequívoco de la derrota. No gana ni empata: pierde casi siempre. Es la imagen de la desesperanza, como nunca en su historia. Su reseña, se recuerda, suele desprender más espinas que rosas. No le sobran títulos ni vueltas olímpicas. Lo suyo, básicamente, es el amor a los colores. Sentimiento puro. Hoy, ni eso alcanza. Ni aquellos buenos viejos tiempos. Como cuando salió campeón por última vez, en el Apertura 2001. Con Mostaza Merlo, con aquel pragmático y afortunado paso a paso. Por eso, tal vez, en este traumático pasaje de su historia, cuando su primo mayor anda de capa caída en la B Nacional, se nutre de nostalgia. Caen técnicos como derrotas en el torneo Inicial: Merlo es el quinto elemento.Luis Zubeldía, Fabio Radaelli, Carlos Ischia, Ignacio González y él, el hombre de la estatua. Esculpido en bronce, aun con la deslucida segunda parte, en la hoy autodestruida entidad de Avellaneda. Mostaza es un buen técnico, siempre vigente, para algunos, y un hombre de otra generación para el fútbol de hoy, para otros. No es, eso sí, un mago. No tiene galera ni bastón. No le salen palomas de su prolijo y estudiado saco en la noche de presentación. No pude hacer verdaderamente nada el conductor en la noche del debut: la Academia es un ícono de la desesperanza.Cuando entra, cuando ingresa, es la ovación misma. Levanta el brazo, saluda a la gente, se siente en el patio de su casa. "El paso a paso no se olvida nunca más", entona la multitud. "En las buenas y en las malas, mucho más", grita el tablón. Eso, al principio. Al final, lo de siempre, lo de todos los días: silbidos para todos. Mostaza se salva, por ahora. Los hinchas se toman la cabeza, escupen su bronca interminable en vivo y en directo. "La camiseta de Racing se tiene que transpirar...", gritan su furia. Algunos lloran. La Academia es una lágrima.Seis derrotas seguidas. Seis derrotas seguidas y ni un solo gol. Diez caídas, dos empates. Último entre los últimos. Mostaza, ganador en la vida, se siente de rodillas ante el escenario, aunque se mantiene de pie en la realidad. "El afecto es recíproco. Este club me dio la gloria y yo le estoy eternamente agradecido", dice, al principio. "¿Qué le pedí al equipo? Que juegue tranquilo. Ante todo, tranquilidad", resume el entrenador, de buen paso por Douglas Haig y una experiencia insólitamente fallida en Aldosivi.La gente insulta a casi todo el...

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