Monopolios y protección desalientan la eficiencia

Para los empresarios, como para el resto de los seres humanos, el día tiene 24 horas.Fuera del ocio, pueden dedicar sus energías a pensar en los consumidores y a revisar el funcionamiento de su planta, o a sonreírles a los funcionarios y a escuchar a los economistas.Harán lo que más les convenga, pero ¿qué implicancias tiene cada alternativa sobre el funcionamiento de una economía?Al respecto entrevisté al ruso Harvey Leibenstein (1922-1994), profesor en Berkeley y en Harvard quien en 1966 inventó el concepto de "ineficiencia X". Una década después resumió su obra en Más allá del hombre económico: un nuevo fundamento de la microeconomía . Un accidente automovilístico lo dejó paralítico durante los últimos siete años de su vida (Shirley Ann Almon, Fred Hirsch y Raymond Poincaré también terminaron sus días paralíticos).-¿A qué llama usted ineficiencia X?-La denominación no tiene importancia, la idea sí. El análisis microeconómico tradicional supone que la ineficiencia se refiere exclusivamente a la asignación de los recursos. La experiencia muestra que hay otra clase de ineficiencia, más costosa que la citada, derivada del hecho de que no cabe esperar que los empresarios, o los ejecutivos, automáticamente maximicen sus beneficios, aumentando sus ingresos y reduciendo sus costos lo más posible. En términos gráficos, la curva de costos del monopolista se ubica por encima de la de los competidores.-¿Por qué?-Porque minimizar costos es un proceso costoso y humanamente desgastante, por lo cual cabe esperar que quienes obtienen ingresos con mayor facilidad no cuiden los gastos con tanto entusiasmo como aquellos a quienes les cuesta conseguir ingresos. Una consecuencia de esto es que, al desafiar a los monopolios y a los protegidos por las regulaciones, los beneficios que producen la apertura y la desregulación económicas son mayores de lo que sugiere el análisis tradicional.-George Joseph Stigler cuestionó duramente la existencia de la ineficiencia X.-Es una cuestión empírica, que descubrí...