Monedazos, insultos y la consagración de 'Balada para un loco'

En 1969, el grupo Almendra editaba su primer disco, David Bowie lanzaba al mundo "Space Oddity", Silvio Rodríguez se embarcaba en el Playa Girón y el hombre pisaba la luna. El festival de Woodstock marcaba a la generación hippie y los Beatles se despedían para siempre tocando sobre el techo de su sello Apple.El aire estaba revolucionado. Amelita Baltar, una cantante de extracción folclórica que tenía 29 años estaba de novia con Ástor Piazzolla. El bandoneonista, además, había empezado una nueva etapa creativa junto al poeta Horacio Ferrer: un año antes habían compuesto la operita "María de Buenos Aires", que generó una conmoción en la escena musical. Amelita era la voz de esa operita, tras la salida intempestiva de Egle Martin y se convertía en la nueva musa femenina de Piazzolla.Desde la inauguración en mayo de 1969, Piazzolla tocaba con su quinteto en Michelangelo, con Héctor de Rosas y Amelita Baltar en las voces. La tarea compositiva junto a Horacio Ferrer pasaba por su mejor momento. En la primavera de ese año, el poeta uruguayo llegó con una nueva idea dándole vueltas en la cabeza. Caminando por la calle se le ocurrió la frase de "ya sé que estoy piantao". Esa fue la semilla que disparó la idea sobre la que se construyó la obra "Balada para un loco".Estuvieron varios días haciéndole los ajustes al tema. Amelita compartió de cerca todo el proceso. Probaban, la llamaban para que cante una frase y seguían armando el tema. "Yo escuchaba todo lo que estaban haciendo Ástor y Ferrer, aunque no vivía allí todavía, pero estaba casi todo el tiempo con ellos. Un día me dijeron: "estamos escribiendo una que no sabés lo que es. Cuando la terminemos la vas a grabar". Era un tema rareli, con un recitado y un valsecito, pero me gustaba. Se parecía a lo que hacíamos en María de Buenos Aires", cuenta Amelita Baltar.La canción la grabaron en los viejos de estudios de CBS, en una casa antigua en la calle Paraguay y Montevideo. Amelita se tuvo que llevar la letra porque era un tema difícil de cantar. La otra canción que formaría parte del simple se llamaba "Chiquilín de bachín", otro clásico de la dupla Piazzolla-Ferrer que formaba parte del repertorio en las noches de Michelangelo, donde hacían dos funciones por jornada.El tema lo empezaron a ensayar en la tanguería de Michelangelo cuando se iban todos y quedaba apenas un mozo acomodando el mostrador del local. El único que se colaba era el "Polaco" Goyeneche, que se fascinó con la canción desde el...

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