MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Prólogos. Con prólogo de Pedro León Tinti, Advocatus, Córdoba, 2004.

• Autor: Juan Pablo Agüero Piñero
• Páginas: 227-230

MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Prólogos. Con prólogo de Pedro León

Tinti, Advocatus, Córdoba, 2004.

Por Juan Pablo Agüero Piñero

A lo largo de su fructífera carrera, le tocó a Luis Moisset de Espanés

componer el prólogo a numerosas obras jurídicas y culturales, siem-

pre a solicitud de colegas, discípulos o amigos; los que ahora se ven

reunidos en este volumen.

Los prólogos de Moisset de Espanés contienen reflexiones sobre

el tema de cada uno de los libros, relatos de las circunstancias que

gestaron la obra y datos sobre la personalidad del autor. Dentro de

ese contenido, como un tejido entramado en el texto, va elaborando

también conceptos claros para sostener una teoría del prólogo como

un género literario que no carece de ciertas reglas.

En las palabras con las que nos introduce al volumen de Rubén

Moltoni “Contrato de depósito necesario” nos cuenta de sus vacilacio-

nes sobre el contenido de un prefacio: ¿Es que, acaso, el lector podía

tener necesidad de que yo le describiese de antemano el contenido de

cada capítulo? El plan de la obra ¿no surgía claramente de su índice?

¿Y los juicios críticos, no eran más propios de un Tribunal de Tesis o

de un comentario bibliográfico? Concluye entonces que sería más in-

teresante para el lector referirse a Rubén Moltoni en algunos aspec-

tos de su personalidad, no a su libro. La disyuntiva se repite a lo largo

de estas páginas. En el prefacio al libro de Raúl Heredia, se vuelve a

preguntar ¿debo presentar la obra, o el autor? y se contesta que su

tarea principal es poner al lector en contacto con la persona del au-

tor. El concepto se repite en el prólogo a “Ley registral inmobiliaria”

de Daniel Ahumada donde afirma que “todo prologuista debe preocu-

parse por hacer que el lector conozca algunas facetas de la personali-

dad del autor, para comprender mejor la obra” y agrega otra regla

importante que se olvida a menudo: “[...] no corresponde al prologuista

exaltar los mérito de la obra, debe ser el lector quien la juzgue”. Al

prologar “El contrato por adhesión a condiciones generales”, de Car-

los Gustavo Vallespinos, confiesa que le agrada dar a estas líneas de