El 'modelo' de los virtuosos y los camelos de siempre

Un investigador del Conicet que viene de unas largas vacaciones por Europa se encuentra de casualidad con un editor argentino que trabaja en Madrid. No se conocen, pero la nacionalidad y la coincidente admiración que les despierta la recuperada bonanza española los acerca en el vestíbulo de un hotel del barrio de Salamanca. Luego de un inventario de elogios y maravillas, el investigador sorprende al editor con una conclusión rotunda: ese progreso lujoso que los rodea se debe al viejo imperialismo hispanoamericano, borrando así del medio múltiples devastaciones y torpezas históricas, guerras civiles, nacionalismos católicos y sucesivas crisis económicas que dejaron a la Madre Patria en la lona. Es decir, España no se ha vuelto rica merced a la Transición, al Pacto de la Moncloa y a la retropropulsión de un reciente capitalismo venturoso, sino gracias a Cristóbal Colón. Luego el investigador aclara que es kirchnerista y que en la Argentina solo existen dos opciones: el peronismo y la oligarquía. La primera afirmación le permite explicar por qué es vana nuestra ilusión de un país normal y republicano en el traste del mundo; la segunda nos condena a elegir entre el cielo y el infierno, entendiendo que el peronismo representa el paraíso en la Tierra. Esa misma dicotomía fantástica, convertida aquí en lugar común, puede detectarse en Marcelo Tinelli. Figura querida y popular, confesó los otros días, y lo hizo con honestidad, que posee raíces peronistas: "Siempre pienso en beneficiar a los que menos tienen, y no a los grupos financieros y a los poderosos". Elija usted sin matices, señora: ¿enfermedad o salud?, ¿dicha o pena?, ¿champagne o veneno? De eso se trata. La larga hegemonía peronista rinde sus frutos culturales; transforma al gran responsable del saqueo, la decadencia, la corrupción, la mafia y la multiplicación de pobres en un movimiento angélico y redentor. Quienes no adscribimos a esa fuerza de nobles sentimientos y efectividad reconocida somos oligarcas por acción u omisión, o tal vez por venalidad, egoísmo e ignorancia. Esa renovada picardía binaria amasa, en uno de los peores momentos financieros del país, la idea de que existe otro "modelo" de éxito probado, inspirado por supuesto en el estatismo pertinaz y el aislamiento. Y en Dios, que es argentino; los obispos peronistas de Bergoglio han reunido a preclaros economistas e ideólogos de rara y novedosa concordancia: los burócratas gremiales de la Carta del Lavoro, junto con algunos...

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