El modelo encapuchado

Todos los lunes, un comité de piquetes analiza los cortes que pueden surgir durante las horas siguientes. Está conformado por representantes de la jefatura de Gabinete, del gobierno porteño y de los ministerios de Seguridad y Transporte. Esta semana, en ese encuentro, justo el día en que unos 8000 manifestantes encabezados por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa marchaban desde el Obelisco al Ministerio de Trabajo para reclamar que se subiera de 8060 a 14.090 pesos el salario mínimo y bloqueaban durante varias horas el microcentro, se trazó una distinción que probablemente se mantenga por lo menos hasta las elecciones: no es lo mismo un piquete masivo y genuino, provocado por un reclamo atendible, que el corte de un pequeño grupo de revoltosos con palos, la cara tapada y sin demandas concretas.

Fue la gran diferencia entre la actitud que tuvo el Gobierno ese lunes, cuando elevó por decreto el mínimo a 10.000 pesos luego del fracaso en el Consejo del Salario, y la que mostró dos días después, ante las cámaras de televisión, con referentes de las corrientes Patria Grande, Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, Quebracho y Patria Justa, que criticaban el "crecimiento de la misera" y reclamaban una reunión con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. La Policía Metropolitana despejó esa tarde la 9 de Julio y, por la noche, el ministro de Seguridad porteño, Martín Ocampo, anunció que denunciaría a los organizadores de la protesta.

La decisión se había tomado en realidad la semana anterior, al cabo de una reunión entre Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Marcos Peña. Es una deliberación recurrente entre los fundadores de Pro. Mientras Macri quisiera desalojar absolutamente todos los cortes, como lo hizo la Gendarmería en la Panamericana el 6 de abril, el jefe de Gobierno porteño sigue sosteniendo que siempre se estará al borde de una tragedia por algo que piensa y nunca dirá en público: las fuerzas de seguridad no están todavía 100% preparadas para reprimir protestas. Será una tensión permanente de campaña: sondeos propios dicen que más del 70% de los electores está de acuerdo con despejar las calles. "El tema nos pega justo en nuestros votantes", explican en la Casa Rosada.

El macrismo parece siempre condenado a moderarse a sí mismo. El ritmo que el Presidente imaginaba en la aplicación de soluciones económicas dista también...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR