El misterio rodea aún el homicidio de la artesana apuñalada en Villa Gesell

VILLA GESELL.- Un pequeño puñado de pistas y, al menos hasta ahora, renglones vacíos en la lista de sospechosos del homicidio de Cynthia Beatriz Filippone, de 40 años. Los investigadores, con y más orientados hacia un caso con posible participación de conocidos, se encontraron ayer con registros de cámaras de seguridad que ubican al concubino y al hijo de éste, de 22 años y relación difícil y tensa con la víctima, lejos de la escena del homicidio de la artesana.Los videos secuestrados en un hotel de la costa muestra a ambos, tal como le habían relatado al fiscal Eduardo Elizarraga, caminando por la playa poco después de las 18.30, casi en coincidencia con el horario en en el parque de su casa de Paseo 111 y 6, mientras colgaba ropa recién lavada y sus hijos de 9 y 5 años miraban televisión.La autopsia confirmó la muerte por desangramiento y las heridas al tratar de defenderse, como los cortes que presentaba en las manos. "La fueron a buscar para matarla", dijo Elizarraga.Al laboratorio se derivaron para su análisis genético algunos cabellos que quedaron enredados entre los dedos de la mujer. El fiscal reconoció que a simple vista parecen pertenecer a ella misma, aunque aguardarán el informe oficial.Como intentó protegerse, no descartan que la mujer pudiera haber tomado contacto físico con el agresor en forcejeo o rasguño y retener alguna evidencia, por ejemplo piel debajo de las uñas, que permita identificarlo en un eventual cotejo con muestras que se tomen a posibles sospechosos.La misma expectativa surge con manchas de sangre tomadas en la ligustrina que rodea la casa, por la que se habría filtrado el asesino en su fuga, y una alpargata de campo hallada en una casa lindera y que se sospecha que también podría pertenecer al criminal."Tenemos que determinar si es sangre de la víctima o de otra persona", señaló el fiscal, que ayer volvió a recorrer La Jardinera. En ese inmueble, rodeado de un amplio parque y abundante vegetación, ocurrió el crimen. La llovizna de anoche...