Una mirada más amplia que marca una evolución

Durante 34 años, la Argentina tuvo una política de derechos humanos. Su problema es que era una sola: la revisión de las violaciones cometidas durante la última dictadura. Mauricio Macri, que hasta ayer no había definido una política propia en la materia, lanzó el programa más ambicioso de los últimos años sobre esa cuestión crucial para cualquier nación moderna. Su política aparta la mirada exclusiva sobre los años setenta y se aboca también a los derechos humanos de nueva generación. Esa política más amplia sobre los derechos humanos incluye la continuidad de los juicios a los que cometieron delitos de lesa humanidad en el último régimen militar.

El país había pasado de una época ensimismada en lo que hicieron los militares de 1976 a 1983, como fue el gobierno de los Kirchner, a una era en la que se hablaba poco de los derechos humanos, que es lo que pasó en la administración de Macri. El gobierno actual estuvo más bien a la defensiva, ya sea porque carecía de experiencia propia sobre el tema o porque era falsamente acusado de complicidad con la dictadura. "Macri, basura, vos sos la dictadura", fue el santo y seña más brutal e injusto que difundió el cristinismo en los últimos dos años. Lo corean sobre todo jóvenes que evidentemente no conocieron ninguna dictadura. Sólo el desconocimiento absoluto de las condiciones de una dictadura puede equiparar la situación actual a la que se vive bajo un régimen militar. Por lo demás, Macri tenía 17 años en 1976. No es una edad para tener simpatías o antipatías por un gobierno, que debió resultarle ajeno y lejano.

Según la Corte Suprema de Justicia, la revisión del pasado es una política de Estado. Raúl Alfonsín fue el presidente que la instauró con el juicio a las juntas, que fue la primera experiencia en América latina de enjuiciamiento de líderes militares que habían violado derechos humanos. Luego, acorralados por los movimientos carapintadas, Alfonsín y Carlos Menem debieron dictar el paquete de leyes de amnistía: las de obediencia debida y punto final (Alfonsín) y los indultos a militares y guerrilleros (Menem). Ambos presidentes habían colocado los crímenes de los setenta en la culpa de los dos bandos. Alfonsín los juzgó y Menem los perdonó, pero los dos aceptaron que hubo una confrontación de la que participaron dos facciones: el Ejército regular y los movimientos insurgentes armados.

Las leyes de amnistía duraron poco, hasta que se hizo evidente que durante la dictadura hubo robo de niños...

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