Los custodios suelen ser tipos de espaldas anchas, nudillos gordos y pruritos flacos, capaces de lograr que sólo recuerden su rostro los que deben saber que de volver a cruzarlos pueden terminar en un accidente mortal. Pecetos, culatas, boxindangas son algunos nombres que reciben. Sus empleadores los presentan como choferes o secretarios, aunque nadie pueda creer que con esas manos tecleen en una computadora o manejen otra cosa que no sea un Scania de seis ejes.
A veces rompen el molde y se vuelven famosos. La Argentina suele ser un sitio pródigo para su protagonismo, como vimos esta semana. Uno, mientras caía preso. Otro, acompañando a quien debería estar preso.
Roberto “Polaco” Petrov, custodio de Hugo...