Messi: en su tercera final, terminó vencido

SANTIAGO, Chile.- Derrumbado en el piso mientras todo el estadio es implacable con su actuación. Derrumbado en uno de los bancos del vestuario, camiseta en mano, se le escapó un mínimo insulto en el medio de tanta frustración. Las ganas de irse son más fuertes que su alma. Las lágrimas de muchos de sus compañeros desbordan los párpados. La vista barnizada no se puede ocultar. Las últimas postales de Lionel Messi en suelo chileno después tanta espera, tantos años, tantos intentos? y tantas cosas más que ni su cabeza puede asimilar.

Terminó el partido como pudo. Vacíos espacios de explicación. Vacío el corazón, también. Lleno el césped de jugadores, de hombres de seguridad, de festejos ajenos y, sin embargo, una última escena emotiva... Impensada noche en Santiago. Un niño que parece haber superado todos los controles le mete la mano detrás de la espalda. Intenta consolarlo y a la vez quedarse con un retrato imborrable. El rosarino acepta el gesto y luego se derrumba en el suelo. Queda sentado con los dedos entrelazados por delante de las rodillas. Una y otra vez se balancea para adelante y para atrás, con la cabeza gacha. Totalmente ido. Por unos instantes, el mundo detiene su marcha. Epílogo empañado. Triste y decepcionante final en esta Copa América en la que él mismo se había encargado de ilusionar a los corazones argentinos que le demandan la reivindicación histórica tras tantos años de sequía.

Sus arranques explosivos, su talento y su eficacia han demostrado ser capaces de cambiar el curso de un partido muchas veces, pero en la tarde-noche de Santiago no pudo conseguirlo en otro tan esperado partido para que desplegara todo su potencial. En este torneo que superó la marca de los 100 encuentros en el seleccionado tuvo actuaciones encendidas, un protagonismo interno cada vez más fuerte? En la final con Chile estaba llamado a ser la conducción del equipo por la derecha; probó, pero lejos estuvo de las actuaciones que tanto encandilan en otros ámbitos. Estuvo marcado, errático y pocas veces pudo ser todo lo desequilibrante que se espera. Aunque cargó de faltas a los rivales, lejos quedó de convertir.

En el segundo tiempo tocó la primera pelota a los 18 minutos, manejó un contraataque en el que abrió para Lavezzi y casi terminó en el gol de Higuaín en el cierre de los 90 minutos. Le faltó ser el dueño del ataque argentino. Le faltó, como a todo el plantel, ganarse un lugar en ese sitial celeste y blanco reservado solo para elegidos.

Lionel...

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