Messi es un perro; espero que mi empleado no lo sea

Como suele suceder con frecuencia, el fútbol es una fuente de inspiración para reflexionar sobre las organizaciones empresarias. En esta línea puede recogerse un artículo publicado tiempo atrás en su blog por el periodista y escritor Hernán Casciari, con el título –de por sí llamativo– Messi es el hombre perro.

Calificar a Messi como perro parece casi una herejía, pero está justificada por la comparación con una mascota que solamente se movía detrás de una esponja amarilla.

Al describir las acciones del ídolo del Barca, captadas por un video, escribe: "Se lo ve como en trance, hipnotizado; solamente desea la pelota dentro del arco contrario, no le importa el deporte ni el resultado ni la legislación. Hay que mirarle bien los ojos para comprender esto: los pone estrábicos, como si le costara leer un subtítulo; enfoca el balón y no lo pierde de vista aunque lo apuñalen". Es decir, "los ojos de Messi están siempre concentrados en la pelota, pero no en el fútbol ni en el contexto".

No hay duda de que Messi se comporta así, sin apelar a picardías como arrojarse al piso escandalosamente o protestar por la infinidad de faltas que le cometen. Solamente –según cuenta Casciari– va detrás de la pelota. Los resultados de estas actitudes están bien comprobados: es el jugador que va superando récords, año tras año.

Si tuviéramos un equivalente de Messi como empleado de la empresa, ¿sería lo ideal? La primera respuesta que podría surgir es sí. Pero aparecen las dudas cuando nos ponemos a hilar un poco más fino.

En principio es necesario señalar y hasta disentir de algún modo con el autor de la nota, respecto de estar concentrado en la pelota, sin importarle el contexto. Si bien es cierto que Messi persigue el balón obsesivamente, se lo ha visto también asistir a los compañeros que están mejor ubicados que él para convertir un gol. Esto es tener en cuenta el contexto, un conjunto de situaciones que no es fácil percibir en la vertiginosa secuencia de un ataque al arco contrario.

Sería, en realidad, una virtud...

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