Hugo Chávez: el líder mesiánico, el revolucionario, el mito que rompió todos los límites

CARACAS.- La Historia necesitará tiempo para http://www.lanacion.com.ar/1542831-murio-hugo-chavezy bautizarlo como un iluminado o un dictador dispuesto a todo. Como un fanático o como el mesías de los olvidados. Tal vez nunca se consiga llegar a un acuerdo sobre el líder de las mil caras, un Maquiavelo mediático capaz de llorar su propio destino y, un minuto más tarde, arrojar al infierno a sus enemigos.Lo que sí sabemos ahora, en el momento de su muerte en Caracas, tras un año y medio de batalla contra el cáncer, es que este comandante golpista soñó con convertirse en Hugo "Che" Chávez, el gran líder antiimperialista del siglo XXI. Añoró ser tan idolatrado por el mundo como el revolucionario ícono de remeras y causas perdidas. También luchó por ser el sucesor de Fidel Castro, su padre político, el hombre que desde la sombra http://www.lanacion.com.ar/1560415-la-vida-de-hugo-chavez-en-imagenes.Pero en sus sueños de gloria, el más delirante de todos lo convertía en el nuevo Simón Bolívar, el libertador latinoamericano del siglo XXI. En un planeta sediento de petróleo, http://www.lanacion.com.ar/1560430-los-venezolanos-lloran-la-muerte-de-su-presidenteusó y abusó de los inmensos recursos energéticos de su país para convertirse en el impulsor de una América latina integrada sin Estados Unidos y bajo su yugo, impuesto en algunos países a golpe de petrodólares o copiado a conveniencia por sus mandatarios.El ideario chavista fue sostenido por un mastodóntico aparato de propaganda, dedicado a asfixiar a la prensa independiente. Mandamientos en los que no sólo el fin justificaba los medios, sino también donde los medios encerraban las claves del fin: http://www.lanacion.com.ar/1560495-los-lideres-latinoamericanos-despiden-a-chavez.Chávez reinterpretó la Constitución cuantas veces quiso, acumuló todos los poderes del Estado, domesticó la justicia a su antojo y la transformó en uno de sus brazos ejecutores. Expropió y nacionalizó por motivos estratégicos y políticos, buscando que el país dependiera del petróleo.El líder bolivariano reinterpretó la Historia: el Estado soy yo. Todo el poder en sus manos, pero un poder incapaz de luchar contra la gran plaga de su sociedad, contra su principal fracaso: la violencia urbana que desangra Venezuela.Con la receta diseñada, se dedicó a exportarla por el continente. Encumbró a sus aliados en Ecuador, Bolivia y Nicaragua e inspiró a los Kirchner en la Argentina. Sostuvo a Cuba. Luchó hasta el último minuto por mantener a Zelaya en Honduras. Apostó dinero y esfuerzos en Perú y El Salvador, pero su radicalismo asustó a sus presidentes. Tejió excelentes relaciones con Brasil y Uruguay y aprovechó la crisis de Paraguay para entrar en el Mercosur. Una década de malabares sobre el tablero estratégico del continente y su jaque soñado: extender la revolución bolivariana.No se contentó con domesticar Venezuela y se lanzó a la creación de un nuevo orden mundial, liderando a los países del ALBA, apostando por la Unasur, creando la Celac y firmando pactos estratégicos con dos superpotencias, China y Rusia. El "mundo multipolar" de Chávez y sus amigos "revolucionarios": Ahmadinejad, Khadafy, Lukashenko, Al-Assad.Poco le importaban las sanciones de Occidente o las masacres provocadas por sus aliados. Chávez desafió constantemente a Estados Unidos, al Imperio, tanto con las palabras como con los hechos, pese a los dos millones de barriles de petróleo que les vendía todos los días. Su mayor momento de gloria lo vivió en 2006, durante su intervención ante la ONU: "¡Aquí huele a azufre!", clamó. Sus ataques contra George W. Bush, "Mr. Danger" según él, en el momento en el que éste se encontraba en la picota...

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