¿Hay menos libertad con Macri?

Más allá de su enfrentamiento con Cristina Kirchner y con el idioma, las cartas desde la prisión de Julio de De Vido tienen la virtud de probar que mucho de lo que se dice sobre los años kirchneristas es cierto. De Vido fue el corazón de un sistema de corrupción que venía desde Santa Cruz y luego se instaló en el gobierno nacional. Difícilmente los Kirchner hubieran acumulado la fortuna que tienen sin la oportuna intervención de De Vido. El poderoso ex ministro era, además, el contacto con empresarios, gobernadores e intendentes. Muchos de ellos fueron cómplices. De Vido dice ahora que no será el chivo expiatorio del saqueo de los recursos públicos que duró más de una década. Para que exista un chivo expiatorio debe haber culpables que gozan de impunidad. Su esposa acaba de advertir, peligrosamente, que De Vido tiene muchas cosas para contar. Esa es la contribución a la verdad histórica que, tal vez sin quererlo, los De Vido han hecho.

Es necesario subrayar ese aporte al realismo en momentos en que un significativo colectivo político (que va del kirchnerismo hasta la izquierda, pasando por el progresismo light) se muestra asustado por lo que considera un clima asfixiante de restricción de las libertades y el Estado de Derecho. No hay manera objetiva de comprobar que tales restricciones existan, pero sus portavoces se respaldan en dos argumentos: la caída o la debilidad financiera de medios periodísticos que estuvieron vinculados al kirchnerismo y la ofensiva de algunos jueces federales contra ex funcionarios por actos de corrupción. Los supuestos riesgos de la libertad de expresión fueron expuestos en los últimos días por intelectuales, artistas y organismos de derechos humanos que nunca se ocuparon de la constatable persecución de periodistas en tiempos del kirchnerismo. En perfecta armonía con tales planteos, la propia Cristina Kirchner dijo ante el juez Julián Ercolini que en el país “no hay Estado de Derecho”. No hay político corrupto en el mundo que no hable de “persecución política” cuando se le acercan los jueces. Cristina no es una excepción, pero a su denuncia sobre la desaparición del Estado de Derecho suele acompañarla con una severa crítica a los “medios hegemónicos” (es decir, a los que no se están cayendo y han podido sobrevivir a ella misma).

Es cierto que hay medios periodísticos que tambalean; casi todos fueron creados o comprados durante el kirchnerismo por empresarios kirchneristas. Un caudal monumental de publicidad...

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