De Menem a Boudou, corrupciones comparadas

En enero de este año, el vicepresidente Boudou gozaba de una imagen positiva del 56 por ciento contra un 23 por ciento de imagen negativa, pero en abril estas cifras se revirtieron puesto que, al preguntárseles a los ciudadanos si consideraban a Boudou culpable o inocente en el caso Ciccone, mientras que el 32 por ciento de los encuestados lo creía culpable, un 35 por ciento tenía dudas sobre su comportamiento. El 67 por ciento de los encuestados pasó a tener así una imagen más o menos negativa de Boudou, y estas cifras se seguirían agravando en las encuestas de mayo, en tanto que del 15 por ciento que aún lo creía inocente, una alta proporción correspondía al segmento juvenil femenino. Esta cuenta contrasta fuertemente con el leve desgaste en la imagen de la Presidenta, quien ha descendido del 54 por ciento de aprobación obtenido en las elecciones de octubre de 2011 al 41 por ciento actual. Los números que aquí consignamos reflejan el promedio entre las principales consultoras de opinión, lo cual explicaría por qué, en lugar de dejar a Boudou en la Presidencia durante su viaje relámpago a Angola, Cristina confió el sillón de Rivadavia a la presidenta provisional del Senado, Beatriz Rojkés de Alperovich, tercera en la línea de sucesión, mientras el vicepresidente viajaba a Suiza.En tanto que el suave descenso de Cristina podría reflejar un desgaste natural cuando se pasa de las promesas electorales a la realidad, la abrupta caída de Boudou en las encuestas parece estar ligada al escándalo Ciccone, del que recibimos noticias cada día más graves. Estos números reflejan por su parte el cumplimiento de una ley que podríamos formular del siguiente modo: cuando la economía se enfría, y sólo cuando se enfría, renace un tema que, en tiempos de bonanza, la opinión pública tiende a relegar. Estamos hablando de la corrupción . Menem, para tomar un ejemplo, gozaba de una alta opinión favorable que le valió su holgada reelección en 1995, pero ya hacia el fin de su segundo mandato, en 1998, las acusaciones de corrupción que lo acechaban empezaron a multiplicarse junto con el enfriamiento económico que llevó a Eduardo Duhalde a la derrota y a Fernando de la Rúa a la victoria en las elecciones de 1999. Un gobierno sospechado puede sobrellevar las denuncias de corrupción cuando la economía parece marchar viento en popa, pero no puede resistir el aguijón de la sospecha en un período de vacas flacas. Hay diferencias entre el declive de Menem en 1999 y el ocaso de Boudou...

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