Melodrama peronista, una constante

E n la abundante cartografía peronista, a lo largo de sus 74 intensos años de predominio sobre la vida nacional, las enfermedades y muertes de sus máximos representantes y familiares ocupan un lugar de máximo relieve que termina sirviendo de combustible a la exaltación de sus adherentes más fanatizados. Funciona como una suerte de melodrama en capítulos cuyo clímax dramático desemboca en la realización de exequias monumentales, como las de , y .El concepto épico de "entregar la vida" por los servicios prestados se mantiene inalterable a lo largo del tiempo. Los líderes justicialistas no mueren, entonces, como el resto de los seres humanos por enfermedades, fallas orgánicas, accidentes, asesinatos o suicidios, sino por la intensidad con que desempeñarían sus labores gubernamentales. Nada se habla de lo poco cuidados que son dentro de sus propios entornos (el enfriamiento de Perón en su viaje a Paraguay en junio de 1974 o la forzada e imprudente presencia de Kirchner en un acto partidario en el Luna Park, 72 horas después de una delicada operación, en septiembre de 2010).Así, se convertirían en una suerte de mártires de la "iglesia" peronista, una religión laica que jamás se desprende de las imágenes de sus máximos santones, a quienes seguimos viendo, aunque hayan muerto hace mucho en gigantografías, estandartes, videos recordatorios y hasta en nombres de calles y centros culturales. Ellos "guían" desde el más allá, inspirando a los dirigentes terrenales que les toca conducir los destinos actuales del "movimiento".El dispositivo genera un doble efecto contradictorio: cohesiona emotivamente a los seguidores y los entona para ser incondicionales "soldados de la causa", en tanto que mete en una compleja encerrona a adversarios y detractores: o bajan del todo su perfil exhibiendo respetuosa mesura frente a cada una de estas desgraciadas circunstancias o se les suelta la cadena y manifiestan inconcebibles dosis de crueldad y burla que los dejan muy malparados. El ejemplo más prototípico es la leyenda "Viva el cáncer" escrita en una de las paredes de la antigua residencia presidencial, donde hoy está la Biblioteca Nacional, en tiempos de la enfermedad terminal de Eva Perón.Todas estas reflexiones surgen no por el repentino mal que aqueja a Florencia Kirchner, la hija de la multiprocesada senadora Cristina Fernández -algo a lo que está expuesto cualquier ser humano-, sino en cómo "manufacturó" su madre esa noticia y la sometió a la consideración...

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