Melconian, Cristina y el diálogo prohibido

Varios sindicalistas del peronismo, no sólo Augusto Vandor, se reunían con Onganía en pleno apogeo de la "Revolución Argentina". Respetables escritores, como Borges y Sabato, almorzaron con Videla dos semanas después del golpe de 1976. Hubo políticos que asistieron al "asado del siglo" para quince mil personas que organizó Galtieri (antes de Malvinas) en Victorica.

Son estampas que refulgen como momentos indignos, indecorosos errores de los asistentes en el mejor de los casos, cada vez que se recuerda que el diálogo como instrumento es saludable pero no debe ser irrestricto. Si en las dictaduras un amable diálogo con el poder resulta moralmente inaceptable, no es eso lo que sucede en la democracia, sistema basado en la discusión, en la negociación. En el diálogo continuado, precisamente . ¿Acaso después de cuatro décadas de democracia hace falta aclarar la diferencia? Pareciera ser que sí.

El encuentro de un economista opositor con la vicepresidenta de la Nación acaba de provocar un escándalo -acotado tal vez, pero escándalo al fin- y no por lo que allí hablaron o dejaron de hablar sino… por haber hablado. Se trata de Carlos Melconian y de Cristina Kirchner.

Melconian no es cualquier economista, mucho menos desde que hace tres meses se erigió en gran preparador de un programa económico para el próximo gobierno, tarea encomiable en la que si bien tiene competidores, son mucho menos visibles. Probablemente Melconian merezca ser clasificado como el más simpático, futbolero, llano y didáctico de cuantos economistas frecuentan la radio y la televisión. Además de su robusto perfil técnico, recuérdese que él también es un político (en nombre del Pro hasta compitió por una senaduría) y fue funcionario en el equipo económico de Macri, de quien se considera amigo. El 15 de marzo asumió como presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), de la Fundación Mediteránea. Allí amasa su plan y desde entonces se proclama profesional ante todo, hasta abrevia las líneas partidistas de su curriculum. Su aporte programático será apartidario, promete. El plan estará a disposición del que venga, sea el que fuere. Lo que no significa, cabría acotar, que él haya perdido sus ideas originarias ni que quiera cambiarlas.

Pero el tema que importa no son las ideas ni las características políticas de Melconian sino las de Cristina Kirchner. De ahí viene todo el malentendido.

Nacido hace 19 años, el kirchnerismo hizo una causa de...

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