Mató a machetazos a su ex mujer, a tres hijos, a un vecino y se ahorcó

NECOCHEA.- El horror de lo que había ocurrido en esa casa comenzó a quedar al descubierto cuando el hombre, totalmente fuera de sí, salió detrás de su hijo, al que le había dado un puntazo y que corría, con la fuerza que le quedaba, para pedir auxilio: lo degolló en la calle. Minutos antes, había destrozado a su ex mujer y a dos de sus hijas. Sangre de ellas y de su hijo tenía el machete con el que, luego, asesinó a un jubilado de 70 años que pretendió poner freno a su cacería. Cuando la policía estaba a punto de atraparlo se encerró en su casa. "No voy a ir preso", les gritó desde adentro a los policías con los que había forcejeado, según relató uno de los uniformados. Mientras los agentes se preparaban para irrumpir en la vivienda, el asesino múltiple se ahorcó.

"Están todos muertos, Norma. Los degolló", alcanzó a avisar Pablo Curuchet, ex cuñado del quíntuple homicida y testigo de parte de los trágicos diez minutos en los que Roberto Vecino, de 57 años, segó la vida de parte su familia y luego se quitó la suya. Dos de los sobrevivientes de la masacre familiar tienen capacidades diferentes: dos de los hijos del homicida, uno de 41 años y otro de 10, que a la hora del ataque no estaban en la casa porque asisten a un taller y a una escuela especiales.

Las referencias de una crisis de pareja crónica, violencia intrafamiliar, una separación a medias y el rumor de un tercero en discordia abonan la sospecha, entre los investigadores, de un caso de violencia de género.

"No sé por qué mató a mis hermanos si su problema era con mi mamá", admitió Daniela Vecino, la mayor de las mujeres entre los siete hijos del matrimonio. Como su hermano más grande, había optado por vivir sola cuando advirtió que la violencia entre esas cuatro paredes asomaba irreversible. "Siempre nos maltrató y nos pegó", reconoció.

Hábil con los cuchillos, Vecino fue filetero y hasta ayer era el sereno del cementerio municipal. Con su mujer e hijos vivieron siempre en 98 y 63, en la modesta casa del barrio Fonavi a la que hace algunos años le anexó una habitación, cocina y un galpón con entrada independiente, cuando marcó distancia física en la resquebrajada relación con su compañera de siempre, Marta Curuchet.

La sucesión de asesinatos comenzó antes de las 9. Con su mujer discutió temprano, antes de llevar a clases al menor de sus hijos, con problemas madurativos. Lo advirtió su cuñado Pablo, que poco después volvió a ver a Vecino cuando apuñalaba a su hijo Roberto, de 27...

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