Massa, un síntoma del juego político actual

En los últimos meses la política argentina gira y gira, sin detenerse, en torno a una incógnita cuya revelación considera crucial: si Sergio Massa se presentará o no como candidato en las próximas elecciones legislativas. A ese interrogante lo acompaña otro, complementario: en el caso de que Massa intervenga, ¿en qué fuerza política lo hará, a quién representará? La resolución del enigma desvela a los candidatos y los angustia porque, especulan, si el intendente de Tigre participa ellos deben reevaluar sus chances, debido a que él marcha adelante en todas las encuestas.

En la jerga de la política se utiliza el verbo "jugar" para referirse a la participación de un dirigente en una elección. Así, todo se cifra en saber y prever si fulano "juega" o no "juega". Esta terminología, que parece ingenua, esconde, sin embargo, algunas claves del modo en que se hace política aquí y en el mundo en esta época. El caso de Massa resulta ilustrativo: es el furor de la elite política, que lo ve como cuco o salvador; es la figura que bate récords en los sondeos, siempre y cuando se mencione explícitamente su nombre; apenas se sabe que dirigió la Anses y fue jefe de Gabinete; lo conocen bien los vecinos de su ciudad, para el resto no es más que una cara simpática, un porte juvenil y un apellido contundente.

En contraste con las preocupaciones de la clase política, el ciudadano medio piensa en otra cosa. A la luz de los sondeos, está crecientemente preocupado por la inflación, la escasez de trabajo, los delitos y las penurias de viajar y sobrevivir en el tumulto cotidiano. Muestra el ánimo decaído y mira el futuro con pesimismo. Interrogado acerca de la política ensaya un gesto de desdén y distancia. Si se trata de una persona de edad mediana, con cierta educación, puede responder: "No me interesa, los políticos no resuelven mis problemas". Si se trata de jóvenes o de individuos desprejuiciados, acaso espeten, con la rabia que me expresó hace poco en el Sur un muchacho desocupado: "La política es para afanar".

Sin embargo, toda esa gente, más allá de su rechazo a la política, concurrirá a votar en las próximas elecciones. Parte de ellos participarán en marchas opositoras, en festivales político-musicales convocados por el oficialismo o en protestas en torno a problemas locales. Seguirán el contrapunto entre Lanata y el Gobierno, se acomodarán en la platea para no perderse la saga de las denuncias y sus réplicas. Otros, tal vez los menos, discutirán sobre la...

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