Massa es un técnico y Alberto, un astronauta

Sergio Massa, el técnico no matriculado

Momentos de angustia, de extrema tensión. Un presidente literalmente atorado, peleando por hallar una salida y recobrar el aliento. Un hombre que se metió solito en el problema que, como un monstruo, lo fue engullendo a la vista de todos . Un adulto inmaduro que no pudo o no quiso sopesar las eventuales consecuencias de sus actos. ¿ Alberto Fernández en el ocaso de su no gobierno? No. Gabriel Boric , el presidente de Chile, a quien no se le ocurrió mejor cosa que tirarse por un tobogán cerrado en una plaza para chicos, en Punta Arenas, su ciudad natal.

Diez minutos estuvo Boric tratando de que el estrecho tobogán lo regurgitara. Serpenteando el cuerpo, a fuerza de puntapiés y maldiciendo probablemente haberse autopercibido como el niño que ya no es, pudo finalmente salir del juego no sin antes romperlo. Este muchacho no entra más a un tobogán infantil. Porque, como reza el trillado refranero, el que se quema con leche ve una vaca y llora, y porque no es inteligente tropezar dos veces con la misma piedra. Eso, en Chile. Otra cosa es la Argentina, una especie de embudo gigante donde se amontonan todos los conflictos, del que nunca se vislumbra una salida y que no estalla porque Mercurio retrógrado está ocupado peleándose con Júpiter .

Massa dijo que es un técnico. No aclaró si de fútbol, de lavarropas o de un proveedor de fibra óptica

Usted dirá, querido lector, que los chilenos también tienen sus problemas como, por ejemplo, que en la elección del domingo último para convencionales reformadores de la Constitución -cuyos resultados se conocieron después de que Boric pudo salir del tobogán-, el partido político más votado fue el que se había manifestado abiertamente en contra de cambiar la Carta Magna. O sea, la batuta de lo que hay que hacer la tienen los que se oponen . Pero déjeme decirle que eso es un poroto al lado de lo que nos pasa.

Fíjese, si no. Nosotros teníamos un presidente casi de vacaciones, intercambiando frases de sobrecitos de azúcar con Biden y viendo cómo Lula lo mandaba a casa con un besito en la frente, pero sin platita . Asistíamos al triste panorama de un primer mandatario en las diez de últimas, colándose en actos internos de su propio gobierno sin emitir sonido y, de repente, aparece trajeado, con el cabello prolijamente domado y con gesto adusto por cadena nacional. ¿Para presentar el programa económico después de 41 meses de gestión con inflación galopante, reservas en fuga y...

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