Martino, el chofer que apuesta por LeBron James

Es lunes a la madrugada. Un remise frena en una calle del barrio Jorge Cura, en Rosario. De él bajan tres compañeros de ruta medio dormidos: Jorge Pautasso, Adrián Coria y Raúl Marcovich. Se suben al auto del dueño de casa y el viaje arranca. Habrá una parada rápida, que será la única: en el Boulevard Oroño subirá Damián Silvera, el último integrante del quinteto del cuerpo técnico de la selección argentina. Cuando se bajen del auto estarán en el predio de Ezeiza. "No sé nada de autos ni me gusta manejar, pero como ya estoy arriba del auto, arranco yo y sigo yo. Tampoco da para andar cambiando, son 300 km", cuenta Martino, el conductor designado. El miércoles a la tarde, después de hacer el camino de vuelta, el dueño del auto dejará a cada cual en su casa. La rutina se repite, inamovible, en los períodos sin competencias.

En el arranque de la charla con LA NACION, Tata propone una rueda de mates: "Si pedimos café, hasta que llega acá está helado". "Acá" es una nueva oficina del predio que él pidió construir, justo en el fondo del complejo habitacional, y ahora ocupa para las reuniones de su grupo y para recibir visitas: "Vienen muchos entrenadores", cuenta.

En esos tres días, la vida de los cinco rosarinos transcurre...

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