Margo Glantz, casi un siglo con la mente en el futuro

La escritora mexicana Margo Glantz participará en la Feria de Editores, que se realizará desde el viernes 5 de agosto

Ciudad de México.- Desde hace 92 años, Margo Glantz tiene su cabeza en el futuro. Aún siendo una de las críticas literarias más respetadas de México, con una extensa obra dedicada a autores de la Conquista y del barroco español. Sus convicciones feministas, de enorme actualidad, surgen a la vez de tiempos remotos. Se entrevén en sus ensayos sobre las figuras de Sor Juana Inés de la Cruz y de Malinche -intérprete, sierva y concubina de Hernán Cortés en tierra azteca-, a quien la Historia redujo a símbolo de la traición, olvidando -consintiendo- la cometida hacia el líder tlatoani Moctezuma por el conquistador que la sometió.

Su ser revolucionario y generoso puede que se explique por destino astral, con su Sol en Acuario, admite. O de la ambigua desilusión de su padre, emigrado en 1920 de Ucrania a México, con el nacimiento de sus cuatro hijas mujeres. Nacida el 28 de enero de 1930 en Ciudad de México, su "gran respeto por las mujeres" surge del "síncope" que le dio a su padre cada nacimiento sin varones. "Para mí fue importante ver qué significaba tener un cuerpo distinto al de los hombres. Qué significaba que lo minimizaran a una siempre", dice ahora a LA NACION.

A propósito de su visita a Buenos Aires en el marco de la Feria de Editores (FED), que la tiene nuevamente como invitada estelar -ya estuvo virtualmente en el encuentro en 2020 -, y donde presentará Solo lo fugitivo permanece (Cuenco de Plata), Glantz acepta desde su casa en México conversar sobre feminismo, literatura, religión y de su vínculo con Argentina. También, de su fascinación por las dentaduras ("una de las partes que por desgracia siempre está presente"), del sexo y el cuerpo ("voy visitando sus partes de a poco"). Y cómo, mucho antes de los 92, consiguió liberarse del amor. "Dejé de ser sumisa", dice.

Las primeras rebeliones

Los intentos por rebelarse comenzaron con la ropa, al ponerse pantalones "con una buena cremallera en la mitad del vientre". Era algo impensado para una joven a fines de los 40. Su padre le dijo que parecía un hombre. No le importó. Ideas libres iban a encontrar alimento en ese conservadurismo judío familiar. "Lo judío es muy particular. La mujer es muy importante porque se es judío si se desciende de una madre judía. Su vientre es absolutamente definido. Por un lado es un privilegio y por otro lado es una una especie de denegación...

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