Marcelo Gallardo: la vida atravesada por un eje: River

Hernán Díaz y Gustavo Zapata nunca se imaginaron que la ocurrencia daría la vuelta al mundo. Sí sabían que lo haría Marcelo Gallardo, pero por una cuestión de talento, de ese juego a uno o dos toques. Cáciques dentro del plantel que dirigía Daniel Passarella a principios de los 90, vieron al gurrumín de voz tímida y juego lúcido, y lo señalaron delante de todos: "Ahí va el Muñequito, ahí va el Muñequito". Pegó tan fuerte que en una medianoche como ninguna, con la tercera Libertadores de River, el Monumental fue un parlante inmenso que replicó el apodo con fuerza sobrenatural.

Passarella, hoy persona no grata en River por los desatinos económicos y el descenso en 2011, fue importante en la vida de Gallardo. No sólo lo subió a la primera, sino que también lo llevó al seleccionado argentino. Algunos medios hablaban por entonces del "hijo de...". Había apego. Tanto que el Káiser es el padrino del hijo mayor del Muñeco, Nahuel, hoy en las inferiores del club. Pero la relación se enfrió por los contrapuntos deportivos. Gallardo tuvo que irse dos veces de River por su mentor: la primera, como futbolista, en 2006, porque el Passarella DT eligió en su lugar a Fernando Belluschi. La segunda, en 2010, porque el Passarella presidente respaldó a Ángel Cappa y el Muñeco se despidió para nunca más probarse la banda roja. Aunque el futuro le guardaba algo tan especial como el buzo de entrenador y, sobre todo, la gloria.

Siempre hubo algo especial entre Gallardo y River. La única que llega a entenderlo del todo es Alejandra, su esposa, quien se adaptó a los tiempos del futbolista. En su casamiento, una tarde-noche a fines de diciembre de 1997, el Muñeco se puso el traje en una ambulancia que, tras haberse consagrado tricampeón en el torneo local, lo llevó directo de Liniers a la ceremonia. Gallardo y los millonarios se contuvieron y se ayudaron también en los peores momentos: los deportivos y los de la vida, en definitiva, los fundamentales. La gente, los dirigentes y los jugadores lo refugiaron frente al peor impacto: la muerte de su madre, Ana María, en noviembre pasado. Se abrazaron, lloraron juntos.

Gallardo, de 39 años, con apenas tres de carrera, ya se graduó como un DT ganador. El Muñeco revolucionó River en un año y un mes. Le dio categoría internacional con una impronta que sacó lo mejor de cada futbolista. Aquel N° 10 exquisito consiguió una bravura pocas veces vista entre aquellos que casi siempre se distinguieron por la fineza. Tanto que, a...

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