Mar del Plata: reclamos, falta de obras y actividad frenada, el otro lado de la 'ciudad feliz'

MAR DEL PLATA.- En el vidrio de la puerta que da al despacho del intendente quedaron marcadas varias siluetas de manos arrastradas de arriba abajo, como en una película de terror. El barro ocupa casi todo y ya casi no deja pasar la luz del otro lado. En el suelo, el panorama empeora. Ya no se puede caminar si se quiere evitar un resbalón.

La sorpresa generó gritos y corridas. Después, algunas risas. Afuera de la municipalidad, unos 30 vecinos celebraban que la misión estaba cumplida. Uno había entrado al edificio con un bidón repleto de tierra y agua, y no paró hasta llegar lo más cerca posible de Carlos Arroyo para descargarlo. Para llamar la atención del funcionario y que vea, al menos en un par de baldosas sucias, lo que ellos viven todos los días en la puerta de sus casas, a una cuadra, a dos y a tres. En todo el barrio.

"Había que llamar la atención de Arroyo para que sienta cómo es vivir allá y que nos dé una respuesta", dice Daniel Machado, que vive en un barrio del sur de Mar del Plata, a la altura de los acantilados, donde hace un tiempo había poco y hoy hay mucho. Desde hace unos "siete u ocho años", cuenta Machado, la llegada de numerosos vecinos que se instalan en esa zona motiva la creación de nuevos barrios mucho más rápido de lo que puede acompañar el Estado. Hoy no tienen agua corriente, cloacas ni gas natural. Muchos tampoco tienen asfalto y las calles de tierra están abandonadas, hasta el punto de que ya no se puede entrar con vehículos. El transporte público no va por la cantidad de barro. El mismo que dejaron en la puerta de la oficina.

La protesta de los vecinos del sur de la ciudad fue una más entre todas las manifestaciones que enfrenta el gobierno municipal periódicamente. Donde sea que se mire hay alertas encendidas. Más allá de los barrios nuevos, el turismo está alicaído, la pesca atraviesa uno de sus peores momentos, abundan los comercios cerrados y las calles lucen abandonadas. Y a todo eso se suma la bronca de los marplatenses que afirman en coro que "el intendente no hace nada", y que se mezcla con ese sentimiento pesimista de que hubo tiempos mejores que ya no volverán.

No hay plata. Esa es la respuesta del gobierno local (Cambiemos), que encuentra en la herencia que dejó el kirchnerismo un comodín para explicar la situación de abandono actual.

Después de los festejos de octubre de 2015, cuando le arrebataron la intendencia al partido vecinal aliado con el Frente para la Victoria, el macrismo se encontró con...

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