De Manzano a Alfonsín. El primer gran insulto de la democracia y un insólito pedido de disculpas

Díptico de Raúl Alfonsín y Jose Luis Manzano

El primer gran insulto de la democracia tiene fecha cierta: martes 26 de abril de 1988. Cobró vida en el club Gimnasia y Tiro de Orán, provincia de Salta, en boca de un joven prodigio de la política argentina, el diputado nacional José Luis Manzano, presidente del bloque justicialista.

En ese entonces no eran comunes los exabruptos en el Honorable Congreso de la Nación. Había legisladores un poco más sueltos de lengua, como el radical entrerriano César Chacho Jaroslavsky, quien solía usar un estilo más bien campechano, pero jamás ofensivo.

El 19 de abril de 1987, un hito de la democracia. Desde Casa Rosada, Raúl Alfonsín pone fin a varios días de angustia e incertidumbre por el alzamiento carapintada. "Felices Pascuas, la casa está en orden", dice. Entre los dirigentes políticos que lo acompañaron en el balcón estuvo José Luis Manzano. Una semana después, el dirigente justicialista cambió aplausos por insulto...

Frente a siete mil personas, José Luis Manzano improvisó un discurso vehemente, en sintonía con la campaña presidencial que comenzaba a encenderse. Faltaba sólo un año para las elecciones: "Desde aquí, desde Orán, le digo al presidente Alfonsín que tiene que mirarlos a ustedes. Los rostros curtidos por el sol, las manos duras por el trabajo, los rostros esperanzados de los jóvenes, las canas de los viejos, la esperanza de las mujeres que están de un lado. Del otro lado están los que ganan con la usura el tanto por ciento por mes, del otro lado está el Fondo Monetario, del otro lado está la banca".

La platea acompañó sus palabras con ovaciones, bombos y redoblantes. Se produjo algo parecido a lo que Herminio Iglesias llamó "contagio de multitudes" cuando encendió el cajón radical. José Luis Manzano, embriagado por sus propias palabras, como un conductor que pierde el control de su vehículo fascinado por la velocidad, disparó la frase de la que luego se arrepentiría: "Yo le digo al presidente Alfonsín que si él sigue haciendo la política para los que ganan con la usura, la banca y el Fondo Monetario, se va a transformar en un gran hijo de puta para nosotros".

La mayoría de los medios nacionales reprodujeron -y repudiaron- el duro epíteto, aunque casi todos lo escribieron "h… de p…", con puntos suspensivos. El tema se trató casi en cadena nacional: ocupó el prime time de la televisión, tuvo tratamiento en los programas más serios, como Tiempo Nuevo, pero también en los magazines atravesados...

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