Maniquíes en espera

Hay un niño que se asoma al balcón de un negocio, nos informa el epígrafe que acompaña la foto. Un puesto de venta de ropa, nos permiten deducir los maniquíes. Remeras y jeans como los de cualquier ciudad del mundo por cuyas avenidas hayamos alguna vez andado. Maniquíes de rostros extrañamente amputados; resultado de un gesto que tal vez se pretendió disruptivo o audaz; sin duda, enigmático.

Las paredes que asoman tras el cuarteto de muñecos hablan del barrio de una ciudad que podría ser antigua. Quizás algo desvaída. Una ciudad cuyas señas de identidad se esfuman en lo masivo de las remeras, en lo lejanamente familiar del rostro del...

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