Facundo Manes: 'Somos mucho más que hardware y software. Somos nuestra experiencia, emociones, pasiones, sueños y esperanzas'
Desde HAL 9000, la perturbada computadora de 2001, Odisea del espacio, todos hemos aceptado que los ordenadores tienen algo de nosotros, algo de inteligencia, incluso algo de ingenio o de malicia. Algo humano, en fin. Hemos incorporado al lenguaje cotidiano la frase "cerebro electrónico". Es una metáfora, es una analogía y es también el epígrafe de una imagen de ciencia ficción.Pero es una especulación futurista que el imaginario colectivo acepta mansamente, como lo demostró Her, la película de Sipke Jonze. De algún modo nos parece adecuado que los individuos digitales -llamados "sistemas operativos" en el largometraje- terminen por cortar el contacto con nosotros, los simples humanos. Lógico. Los aburrimos.Es raro, porque los chips son dispositivos toscos en comparación con el cerebro humano, se basan en una arquitectura mucho más simple e inflexible y su gran mérito es hacer cuentas a una velocidad increíble. Increíble en serio. Un ser humano tardaría 1500 años en hacer, con lápiz y papel, la misma cantidad de operaciones aritméticas que una notebook completa en un segundo.Y ahí termina, por ahora, su vistoso acto circense. Gracias al software, a los programas, podemos explotar esa notable habilidad aritmética y lógica para que las máquinas hagan muchas tareas para las que nosotros no somos particularmente aptos. Hasta podemos simular la inteligencia. Pero un chip está lejos de parecerse a un cerebro biológico.Todo llega, sin embargo. Hace poco más de una semana, IBM anunció que había construido el primer cerebro electrónico verdadero, es decir, uno basado en neuronas y dendritas. Neuronas artificiales, se entiende. El chip tiene 1 millón de neuronas, 256 millones de sinapsis programables y es capaz de realizar 46.000 millones de operaciones sinápticas por segundo. Costó 53 millones de dólares, cortesía del gobierno de los Estados Unidos. De acuerdo con el artículo publicado por IBM en la revista Science, su chip, llamado syNAPSE, ya tiene la inteligencia de un sapo.No está tan mal, para un pedazo de silicio y cobre. Más aún cuando el desarrollo expone nuestros equipos cotidianos y sus supuestos cerebros bajo otra luz. E inspira un sinnúmero de preguntas. ¿Llegaremos a reconstruir algún día la inconcebible complejidad de nuestra materia gris usando tecnología desarrollada por esa misma materia gris? ¿Podrán esos cerebros un día superarnos y dar a luz inventos que a nosotros nunca se nos habrían ocurrido? ¿Qué hay de las emociones y la inspiración? ¿Dado un número suficiente de neuronas artificiales, sería una...
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